sábado, 30 de abril de 2011

OH Llantay!

Walter Ventosilla, teatrista afincado en Nueva York, ha logrado revivir el clásico de la literatura colonial "Ollantay", dándole elementos de espectáculo musical y acercando a la comunidad neoyorkina a uno de los textos más complejos y ricos del acervo teatral peruano. El esfuerzo le ha merecido sendos reconocimientos de la Asociación de Cronistas del espectáculo de esa ciudad, tanto a él, como director, como a sus actores Marisol Carrere y Julio Granados, ex actor de Cuatrotablas. La producción la realizan en comandita Rasgos Theatre group y el Teatro LaTea.

Ventosilla trabaja silenciosamente, pero sin duda es un nombre ineludible en el teatro peruano último. Lideró Setiembre, grupo independiente en Lima ligado al momento de apogeo del Movimiento de Teatro Independiente, y además es un prolífico escritor, escribiendo trabajos para su grupo, para actores como Edgard Guillén, u obras extensamente representadas en el Perú como El Mariscal Idiota.  De hecho esta última sirve de telón de fondo para un magnífico cuento que el también magnífico Daniel Alarcón publicara hace poco en inglés: The Idiot President, nada menos que en el New Yorker.

Ventosilla es uno de nuestros mejores embajadores culturales, embajador independiente, como los que de verdad valen.

lunes, 18 de abril de 2011

La hija adoptiva de la crisis

El famoso Children´s Theater Company de Minneapolis pone desde esta semana "Annie", el musical de la niña huérfana en la Gran Depresión, que encuentra vida mejor al amparo del Daddy Warbucks, y el New Deal empujado por Franklin D. Roosevelt en 1933. En verdad ha habido muchas Annies desde su estreno en Broadway en 1977, y es sin duda uno de esos musicales que sobrevivirán, claro, si sobreviven los musicales. Tiene el encanto y la frescura de música muy inspirada, un relato de filiación, una promoción casera de la esperanza en el porvenir. Son los ingredientes que emocionan en la platea (mi propia emoción, por ejemplo, de escuchar cantar tan extraordinariamente a Megan Fischer, la Annie de esta versión de Minneapolis), y que a la vez contentan el corazón haciéndole creer que corazón es lo mismo que alma y que moral. Digo esto porque en la excelente puesta de Peter Rothstein, mientras aparecen los parados de la gran depresión del 29, haciendo la "soup line", la olla común decimos en mi pueblo, y vemos cantar y bailar de manera obsesivamente broadwayana a desempleados, orates, "homeless"; y del otro lado vemos la ansiedad por la felicidad que sigue llevándonos a las salas de teatro; no es posible dejar de pensar en lo mal que va los Estados Unidos, lo pésimo que se se avizora, y lo aún peor que nadie en público se atreve a anunciar. ¿Estaban exorcizando los americanos sus miedos cuando reescribieron "The little orphan Annie" a fines de los setenta, y cuando ahora regresan a ella como recurso casi de juego ante la crisis? No lo sé. La puesta es bella, y triste. Profundamente sentimental y actuada casi con histeria, con una ligera bronca que parece cada vez más difícil de ocultar en un país que sabe el riesgo de creer en un modelo económico por encima de todo. (Atención, peruanos!)
Al final todos cantan con devoción patriótica "Tomorrow", incluido Roosevelt  que está en escena, en silla de ruedas. Bueno, en verdad todos la cantamos en la mente o a todo pulmón, es difícil no dejarse arrastrar por la música y la vana esperanza.  A quién no le gustaría que las cosas mejoren con deseos, pero ignoro si habrá muchos pesimistas alegres como yo  que piensan que "tomorrow" no siempre quiere decir "mejor".

Nota: No encontré un video de la puesta, pero sí hallé el video de un concierto de la niña que la protagoniza cantando "Tomorrow".  Puedo dar fe que en la puesta es mucho mejor. Y para que comparen, les dejo la canción en la versión medio truculenta que hiciera John Huston en 1982, y que de seguro casi todos conocemos. Bueno al menos la escena de la canción quedó bien.

viernes, 8 de abril de 2011

Todo esto es mi país

Ando releyendo a SSB, el gran poeta y dramaturgo limeño:

TODO ESTO ES MI PAÍS
Sebastián Salazar Bondy

Mi país, ahora lo comprendo, es amargo y dulce;
mi país es una intensa pasión, un triste piélago, un incansable manantial
de razas y mitos que fermentan;
mi país es un lecho de espinas, de caricias, de fieras,
de muchedumbres quejumbrosas y altas sobre heladas;
mi país es un corazón clavado a martillazos,
un bosque impenetrable donde la luz se precipita
desde las copas de los árboles y las montañas inertes;
mi país es una espuma, un aire, un torrente, un declive florido,
un jardín metálico, longevo, hirviente, que vibra
bajo soles eternos que densos nubarrones atormentan;
mi país es una fiesta de ebrios, un fragor de batalla, una guerra civil,
un silencioso páramo cuyos frutos son jugosos,
un banquete de hambres, un templo de ceremonias crueles,
un plato vacío tendido hacia la nada,
un parque con niños, con guitarras, con fuegos,
un crepúsculo infinito, una habitación abandonada, un angustiado grito,
un vado apacible en el cual se celebra la vida;
mi país es un sepulcro en medio de la primavera,
una extraña silueta que abruma con su brillo la soledad,
un anciano que camina lentamente, un ácido que horada los ojos,
un estrépito que apaga todas las músicas terrenales,
un alud de placeres, un relámpago destructor, un arrepentimiento sin culpa.
un sueño de oro, un despertar de cieno, una vigilia torva,
un día de pesar y otro de risa que la memoria confunde,
un tejido de lujo, una desnudez impúdica, una impaciente eternidad;
mi país es un recuerdo y una premonición, un pasado inexorable
y un porvenir de olas, resurrecciones, caídas y festines;
mi país es mi temor, tu ira, la voracidad de aquel,
la miseria del otro, la defección de muchos, la saciedad de unos cuantos,
las cadenas y la libertad, el horror y la esperanza, el infortunio y la victoria,
la sangre que fluye por las calles hasta chocar con el horizonte
y de ahí retorna como una resaca sin fin;
mi país es la mujer que amo y el amigo que abrazo tan sólo por amigo,
el extraño que te sorprende con su odio y el que te da la mano porque quiere;
mi país es la ventana a través de la cual miro la tarde,
la tarde que cae con sus ramos de melancolía en mi pecho,
y el agua matinal con que limpio mis pupilas de imágenes sucias,
el aire que respiro al salir de mi casa cada día,
y la gente que se precipita conmigo a los quehaceres sin sentido,
el trabajo, la fatiga, la enfermedad, la locura, el pensamiento,
la prisa, la desconfianza, el ocio, el café, los libros, las maldiciones;
mi país es la generosa mesa de mi casa y los rostros familiares
donde contemplo la marea incansable de mi dicha,
el cigarrillo que consumo como una fe que se renueva
y el perro cuya piel es cálida como su amistad;
mi país son los mendigos y los ricos, el alcohol y la sed,
la aventura de existir y el orden en que elijo mis sacrificios;
mi país es cárcel, hospital, hotel, y almacén, hogar, arsenal;
mi país es hacienda, sembrío, cosecha;
mi país es escasez, sequía, inundación;
mi país es terremoto, lluvia, huracán;
mi país es vegetal, mineral, animal;
mi país es flexible, rígido, fluido:
mi país es líquido, sólido, inestable;
mi país es republicano, aristocrático, perpetuo;
mi país es una cuna, tumba, lecho nupcial;
mi país es indio, blanco, mestizo:
mi país es dorado, opaco, luminoso;
mi país es amable, hosco, indiferente;
mi país es azúcar, tungsteno, algodón;
mi país es plata, nieve, arena;
mi país es rudo, delicado, débil y vigoroso, angelical y demoníaco;
mi país es torpe y perfecto;
mi país es enorme y pequeño;
mi país es claro y oscuro;
mi país es cierto e ilusorio;
mi país es agresivo y pacífico;
mi país es campana,
mi país es torre,
mi país es isla,
mi país es arca,
mi país es luto,
mi país es escándalo,
mi país es desesperación,
es crisis, escuela, redención, ímpetu, crimen,
y lumbre, choque, cataclismo,
y llaga, renunciación, aurora,
y gloria, fracaso, olvido;
mi país es tuyo,
mi país es mío,
mi país es de todos,
mi país es de nadie, no nos pertenece, es nuestro, nos lo quitan,
tómalo, átalo, estréchalo contra tu pecho, clávatelo como un puñal,
que te devore, hazlo sufrir, castígalo y bésalo en la frente,
como a u hijo, como a un padre, como a alguien cansado que acaba de nacer,
porque mi país es,
simple, pura e infinitamente es,
y el amor canta y llora, ahora lo comprendo, cuando ha alcanzado lo imposible.