martes, 31 de marzo de 2009

Ipacankure


Cada cierto tiempo me asalta una duda: ¿cómo juzgar el valor de un texto dramático? ¿Por su complejidad estructural, su profundidad temática? O mejor, esto: ¿cómo saber cuándo realmente estamos ante un texto que " funciona" en escena? Y peor aún, ¿qué explica que ciertas obras se hagan y rehagan en un buen número de años? Y si no sabemos eso, al menos, tratemos de imaginar por qué al público le siguen gustando ciertas obras, por qué las sigue tolerando?
Pienso esto en relación a Ipacankure, pieza que escribiera César Vega Herrera (Arequipa, 1936) allá por fines de 1967, y que estos cuarenta y dos años de vida viene siendo tan representada, y muchas veces con singular impacto, que merece preguntarse al menos por qué. La pieza es sencilla, sencillamente compleja: dos personajes viven en un mismo cuarto, compartiendo la misma cama y hasta el mismo pijama. Pero uno habla demasiado y el otro se reconcentra. Uno parece todo lenguaje, desbordante, ligero; el otro, oscuro, inextricable, solitario hasta la médula. Y el mismo mundo extraño, alienante que los condena a vivir casi al margen de todo, los ha unido, y la vía por la que se ha creado esa medio amistad, medio dependencia mutua, es una palabra que suena a indio y a misterio, Ipacankure, y que ambos comparten tratando de llenarla de sentido mientras pelean a través de la comunicación.
¿Será la fuerza poética del texto? ¿La claridad de los personajes, y su tensión interna que anima a actuar? ¿El misterio de una palabra que no se llega nunca a explicar plenamente? No sé cómo explicarlo, como dice una de las líneas, pero eso ha llevado a varias puestas de la obra. Desde la legendaria del Teatro de la Universidad de San Marcos, a fines de los sesenta, hasta algunas recientes como la de la desaparecida Queta Carbo, o la que yo mismo monté en coproducción con el Teatro Nacional del Perú en 1998. Amén de muchas puestas de elencos universitarios, amateurs, incluso escolares.
Esto para no hablar de Arequipa, donde Ipacankure es casi una visita obligada de todo teatrero. Hubo una puesta también legendaria del Teatro Talia en los setentas, y otras más por el Elenco Municipal, la de Aviñón que ya mencioné, una reprise del Teatro Talia en los noventa, y ahora, un grupo con un sonoro nombre Laculturaenlacalle en Arequipa, y que dirige mi buen amigo David Mendoza, anuncia otra puesta, con, otra vez, dos grandes amigos míos en escena, Miguel del Carpio y Elard Meza. La foto les pertenece a ellos y me la envió gentilmente David, con ayuda de Lilia Rodríguez.
¿Qué hace que una obra sea requerida con frecuencia? Eso, eso mismo: el requerimiento, que es una forma de reto: cuando un texto aún nos requiere es que hay algo en él que todavía nos llama a resolver un enigma. Algunos llaman a ese tipo de textos simplemente clásicos.

** Aquí el video promocional de la puesta de Laculturaenlacalle, con un valse de la incomparable Chabuca.

viernes, 27 de marzo de 2009

...por el día mundial del teatro

Le di vueltas, y curiosamente lo que puedo hacer este 27 de marzo es recomendarles una película, si acaso no la han visto. Es A midwinter´s Tale, un filme que escribió y dirigió el extraordinario Kenneth Branagh hace más de 13 años. Se trata de una historia que parece navegar en lo superficial, pero como siempre con el humor británico, eso suele ser un mero disfraz. El argumento -para los que no lo conocen- es éste: un teatrista-director frustrado y desempleado (¿pleonasmos?) busca llenar su vida artística de una experiencia no comercial, y se le ocurre hacer una puesta de Hamlet sin productores, sin sponsors, sin nada más que pasión. Hace un audición, y como es de esperar, consigue los especímenes más raros que se pueda imaginar. Para culminar el enredo, el elenco disparejo decide producir en un pueblo de la campiña, alquilando una iglesia abandonada. Y allí se produce el encuentro de cara con la simple y burlona realidad: la producción empieza a hacer agua por todo lado, y finalmente el director que inicia todo recibe una propuesta para irse a un empleo real. No repetiré las líneas ni contaré el final (pero en youtube hay muchas escenas para ver). Solo diré, que debo de haberla visto unas quince veces escondido de la lluvia veraniega de mi Arequipa, y que incluso tengo una copia abandonada en medio de esas cajas de refrigeradora en que está la biblioteca que dejé cuando me vine a este mundo. Véanla si pueden, hablo en serio.
Un adelanto, y un regalito bacán de la peli es que usa la canción del maravilloso Noël Coward "Why must the show go on", o sea "¿Por qué el show tiene que continuar?", una jodida letra en que cuestiona que los teatreros casi siempre hablemos de teatro en tono de gran sacrificio cuando nada nos obliga a hacer teatro.
Encontré una parte del inicio de la cinta, con la canción interpretada por el propio Coward, y esta es la letra:

The world for some years
Has been sodden with tears
On behalf of the acting profession.
Each star playing a part
Seems to expect a Purple Heart.
It's unorthodox to be born in a box,
But it needn't become an obsession.
Let's hope we have no worse to plague us
Than two shows a night in Las Vegas.
When I think of physicians and mathematicians
Who don't earn a quarter the dough,
When I look at the faces
Of people in Macy's,
There's one thing I'm burning to know:

Why must the show go on?
It can't be all that indispensable.
To me, it really isn't sensible on the whole,
To play a leading role,
While fighting those tears you can't control.
Why kick up your legs
When draining the dregs
Of sorrow's bitter cup?
Because you have read
Some idiot has said
'The curtain must stay up!'
I'd like to know
Why a star takes bows,
Having just returned from burying her spouse.
Brave boop-a-doopers,
Go home and dry your tears.
Gallant old troopers,
You've bored us all for years.
And if you're so blue,
Wet through
And thoroughly woe-begone,
Why must the show go on?
Oh, mammy,
Why must the show go on?


Y una escena buenísima que ilustra las horribles audiciones tan comunes en el mundo anglosajón del teatro:



**Los que quieran la letra completa de la canción de Coward, aquí está.
***¿Cómo pasaré el 27 de marzo en Minnesota? Extrañando las celebraciones y festivales del Perú, pues casi ningún actor aquí sabe que existe el día Mundial del teatro. Curiosamente me toca este día ir a pelear por enésima vez con mi productor de teatro por su manera tan torpe de entender el teatro. Y él, estoy seguro, estará pensando lo mismo de mí, estoy seguro.
Un abrazo a los colegas.

sábado, 21 de marzo de 2009

Cartoons y Teatro

“Oh, look. Tonight, the role of Doctor Lessac, normally played by some guy I never heard of, is being played by some other guy I never heard of.”

(El hombre le dice a la mujer en el palco: "Ah, mira. Esta noche el papel del Doctor Lessac, normalmente actuado por un tipo del que nunca he oído hablar, está siendo actuado por algún otro tipo del que nunca he oído hablar")

Confieso que después del teatro y de leer poesía ilegible, mi tercera gran pasión son los cartoons. Son, para decirlo rápido, una muestra perfecta de puesta en escena y de capacidad de síntesis verbal. Inspiradores, por demás. y en clave de comedia. Bueno, el caso es que les recomiendo darse una vuelta por el banco de datos de cartoons disponibles en la página del famoso New Yorker. Allí pueden ordenarlos también como pósters. Y se puede buscar por temas: yo busco los que tengan que ver con el teatro, por ejemplo, y aquí tienen uno de los resultados.
(La traducción fue mi mejor esfuerzo, of course, y la no tan buena resolución, resultado del copyright)

domingo, 15 de marzo de 2009

Un collar llamado Muestra de Teatro Peruano

Como viene sucediendo desde hace 35 años, nada menos, se anuncia una nueva Muestra Nacional de Teatro Peruano: a no dudarlo, se trata del encuentro más representativo y más interesante de todos los que se dan en el territorio peruano. Esta afirmación que hago estoy dispuesto, con la mayor cordialidad del mundo, a defenderla extensamente*. Y digo esto pues la Muestra ha sido siempre un encuentro difícil, de realizar y de entender. Ha sido criticado muchas veces por sus problemas organizativos (alojamientos, alimentación, y esas cosas), o porque tuvo una época bastante comprometida socialmente cuando aquello ponía los pelos de punta a cualquiera.
Pero lo cierto es que nadie sabe bien cómo ni por qué, desde 1974 (año en que comenzó por iniciativa de Sara Joffré para dar un espacio a los escritores de teatro nacionales) hasta la actualidad, las mutaciones de la Muestra han sido variadas, su fusión con el subsecuente Movimiento de Teatro Independiente (MOTIN) desde 1985 es una de las más importantes, y hay en ella una sumatoria de valores que aquí trataré de resumir para no aburrirles: primero, se ha vuelto evento-bitácora del teatro independiente, y ha permitido una convivencia e interinfluencia inusuales en América Latina entre tercer teatro, teatro político, teatro popular, performatividad andina y amazónica, dramaturgia universal, dramaturgia peruana; segundo, y es lo más interesante, ha crecido con la espontaneidad de la necesidad, y se ha asentado con flexibilidad al margen totalmente del Estado, el cual si hubiera puesto sus manotas en ella ya la habría destruido, no me cabe duda.
Porque la Muestra es mejor que contestataria: es práctica. Ante el más obtuso Estado latinoamericano en materia cultural, mejor subrayar la independencia. La Muestra se basa en un compromiso de palabra de los grupos que la hacen, como la organización de las fiestas comunitarias en los Andes, y a ello debe su particularidad.
Quien ve desde fuera la Muestra piensa que es un Festival de teatro más, pero se equivoca: es una fiesta popular que se ha apropiado del formato de un encuentro de teatro. Una fiesta de comunidad disfrazada. Hay en ella obras pero también hay tiempo mítico, discusión, convivencia, compromisos que se extienden en el tiempo. Entre un festival y la Muestra hay la misma diferencia que hay entre un collar visto en una vitrina, y uno puesto en el propio cuerpo.
Por supuesto, demás está decir que es el encuentro que más ha hecho por llevar teatro a zonas impensables del país, otra vez, supliendo con iniciativas individuales (yo llamo a todo esto amor propio, una cualidad de la que dicen siempre los intelectuales peruanos que carecemos), iniciativas que han permitido Muestras en Andahuaylas, Tarapoto, Tacna, Cajamarca, Huánuco, Arequipa, Callao, Yurimaguas, Puquio, Huancayo, Cerro de Pasco, Comas, Huamanga, entre otros.
Esta vez la Muestra llega a Villa El Salvador, organizada por el grupo Arena y Esteras (VEAN EL BLOG Y LOS PARTICIPANTES AQUÍ). Qué más puedo decir sino que me sobran las ganas de ver cómo la vieja fiesta trashumante de teatristas se encuentra con la pujante Ciudad hecha a mano limpia en un arenal del sur de Lima.
Los que me leen en el extranjero, y pensaron alguna vez irse (venirse) al Perú, les digo que este 2009 Noviembre será una buena fecha. Escriban pronto a los organizadores, que como buenos carguyocs, son muy hospitalarios pero necesitan información rápidamente.



*Me avala paradójicamente el ser juez y parte, pues participé de cinco Muestras y organicé una.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El verdadero rostro de Shakespeare


Gracias a El País, aparece en público esta imagen recientemente hallada del gran poeta de Stratford.
Bueno, qué más decir sino que parece tener todas las facciones, ningún tercer ojo, nada de fulgurante en la mirada, ni cabellos de genio, no sé ustedes pero yo no veo nada fuera de lo usual: un hombre anglosajón vestido a la usanza de su tiempo.
Pero miento, veo otras cosas: veo que Shakespeare tenía dinero como pocos para hacerse retratar, privilegio de gente con cierta posición social y económica. Tal vez a eso se refería sin querer el bueno de Harold Bloom al llamar a Shakespeare "el centro del canon occidental": se trató de uno de los primeros escritores modernos que hizo fortuna, y se retiró después de hacerla, que negoció derechos de autoría y entrevio el valor monetario de la edición de sus obras. Un modelo, claro, para el canon, para entender el teatro y la literatura como negocio. Eso, por supuesto, al margen de la obra que tiene títulos extraordinarios, claro está.

lunes, 9 de marzo de 2009

Every day deserves a soundtrack


Lo leí en un cartel gigante pegado a un bus, en uno de esos mastodontes que recorren todas las Twin Cities (Minneapolis y Saint Paul), y que seguramente era la publicidad de una radio o algo así. No me habría fijado, sino hubiera venido rumiando, como siempre, unas frases que leí. Las que rumiaba eran las del mensaje de Boal (post anterior), que me quedaron pegadas a la bóveda del cráneo: "todo es teatro". Y me había quedado dándole vueltas a esa frase, como quien observa una rara pieza de orfebrería, bien tallada pero, quizás, sin utilidad evidente. "Todo es teatro", entonces, si no fui un alumno tonto de Lógica, entonces, decía, "nada es teatro". Si todo lo es, nada en específico lo distingue, nada lo hace esencialmente diferente de otros fenómenos de la vida. Entonces no es nada en esencia.
En esas andaba cuando se me cruzó ese bus y su mensaje. Allí lo comprendí mejor: "cada día merece un soundtrack", su música incidental, un tema para recordar y tararear. A la manera de las películas de Hollywood, nuestras vidas transcurren cortadas y editadas, actuadas y sobreactuadas, con mensaje o sin intención política alguna. Entonces Boal tiene razón, pero a la inversa: todo se ha vuelto teatral, o mejor, hemos hecho de todo un gran teatro, en que cada quien pone en escena una vida sin acaso vivirla. Una performance más, nada detrás, ni siquiera cámaras, ni una sola respiración de público.
Pero aunque esto ultimo suene sugerente no me convence, no lo creo. Creo que Boal y los del aviso están viendo el embudo por el agujero equivocado. Para hablar del valor de la creación del artista, utilizan el privilegio del público. Juzgan el valor de la causa, por el valor del efecto. Pues es finalmente el público el que realmente decidirá a qué llamar teatral, a qué ponerle soundtrack. Ese es el agujero del espectador, el del voyeurista amateur o profesional.
Lo que estoy diciendo entonces es que cualquiera puede volver teatral un hecho si:
- lo ve con consciencia de espectador, una conducta que hay que aprender como todas;
- entiende el teatro como un sistema de relaciones de sentido, un conjunto de hábitos de percepción.
Si ambas cosas no pasan, lo que sucede en frente de nosotros es simplemente realidad, realidad real, y no pasa a ser discurso teatral. Sí pues, tal vez no es que todo sea teatro, sino que si queremos ser espectadores de todo, todo puede ser teatro. Porque ser espectador y ser partícipe -mal que nos pese a los teatristas comprometidos- son antípodas, o al menos, hay entrambas una diferencia de grado casi insalvable. Esa es mi constatación de la magnífica diferencia entre rito y espectáculo, entre fiesta popular y performance. Una diferencia de compromiso existencial: en el teatro se especta, en el rito o la fiesta se es. Y del teatro al cine hay un solo paso: el cine, ya lo saben, el hijo autista del teatro, el teatro el hijo descarriado del rito.
Así, si queremos pensarnos en un imagen de ecran, solo nos falta el soundtrack, nada nos lo impide. Pero si no, más allá de la pared, están los hechos que no se rebaten: cuerpos, gente, muertes, sueños. Nada esto tiene por qué ser teatral, y nada de lo teatral tiene por qué ser realmente importante.

sábado, 7 de marzo de 2009

Mensaje 2009 por el Día Mundial del Teatro

Gracias a la revista Artez Blai, puedo rebotarles el Mensaje que este año fue encargado al brasileño Augusto Boal. No haré comentarios (aún), solo vamos preparándonos a ¿celebrar?¿conmemorar? al teatro este 27 de marzo.


Mensaje del Día Mundial del Teatro
-Augusto Boal-



Todas las sociedades humanas son espectaculares en su vida cotidiana y producen espectáculos en momentos especiales. Son espectaculares como forma de organización social y producen espectáculos como este que ustedes han venido a ver.
Aunque inconscientemente, las relaciones humanas se estructuran de forma teatral: el uso del espacio, el lenguaje del cuerpo, la elección de las palabras y la modulación de las voces, la confrontación de ideas y pasiones, todo lo que hacemos en el escenario lo hacemos siempre en nuestras vidas: ¡nosotros somos teatro!

No sólo las bodas y los funerales son espectáculos, también los rituales cotidianos que, por su familiaridad, no nos llegan a la consciencia. No sólo pompas, sino también el café de la mañana y los buenos días, los tímidos enamoramientos, los grandes conflictos pasionales, una sesión del Senado o una reunión diplomática; todo es teatro.

Una de las principales funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida diaria donde los actores son los propios espectadores y el escenario es la platea y la platea, escenario. Somos todos artistas: haciendo teatro, aprendemos a ver aquello que resalta a los ojos, pero que somos incapaces de ver al estar tan habituados a mirarlo. Lo que nos es familiar se convierte en invisible: hacer teatro, al contrario, ilumina el escenario de nuestra vida cotidiana.

En septiembre del año pasado fuimos sorprendidos por una revelación teatral: nosotros pensábamos que vivíamos en un mundo seguro, a pesar de las guerras, genocidios, hecatombes y torturas que estaban acaeciendo, sí, pero lejos de nosotros, en países distantes y salvajes. Nosotros que vivíamos seguros con nuestro dinero guardado en un banco respetable o en las manos de un honesto corredor de Bolsa, fuimos informados de que ese dinero no existía, era virtual, fea ficción de algunos economistas que no eran ficción, ni eran seguros, ni respetables. No pasaba de ser mal teatro con triste enredo, donde pocos ganaban mucho y muchos perdían todo. Políticos de los países ricos se encerraban en reuniones secretas y de ahí salían con soluciones mágicas. Nosotros, las víctimas de sus decisiones, continuábamos de espectadores sentados en la última fila de las gradas.

Veinte años atrás, yo dirigí ‘Fedra' de Racine, en Río de Janeiro. El escenario era pobre: en el suelo, pieles de vaca, alrededor, bambúes. Antes de comenzar el espectáculo, les decía a mis actores: "Ahora acaba la ficción que hacemos en el día a día. Cuando crucemos esos bambúes, allá en el escenario, ninguno de vosotros tiene el derecho de mentir. El Teatro es la Verdad Escondida."

Viendo el mundo, además de las apariencias, vemos a opresores y oprimidos en todas las sociedades, etnias, géneros, clases y castas, vemos el mundo injusto y cruel. Tenemos la obligación de inventar otro mundo porque sabemos que otro mundo es posible. Pero nos incumbe a nosotros el construirlo con nuestras manos entrando en escena, en el escenario y en la vida.

Asistan al espectáculo que va a comenzar; después, en sus casas con sus amigos, hagan sus obras ustedes mismos y vean lo que jamás pudieron ver: aquello que salta a nuestros ojos. El teatro no puede ser solamente un evento, ¡es forma de vida!

Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!

Traducción: Revista Artez

Festival de Teatro Político en Minnesota


Desde luego, el nombre del Festival merece explicación: no es político en el sentido en que muchos lo entendemos en América Latina, político como sinónimo de combativo, incluso revolucionario. Este es más bien una suerte de teatro cívico, de impulso a la acción ciudadana, pensado para jóvenes ciudadanos de la nación más propagandista del valor de la democracia.
El Festival de Teatro Político que organiza el Teatro del Pueblo en Minnesota (dirigido por Al Justiniano) ha llegado a su Octava versión y confirma varias líneas de trabajo que he podido observar como espectador y como artista, en cuatro oportunidades.
Se trata de un encuentro de voces mixtas (autores de EEUU y de América latina, piezas en inglés y algunas en español) alrededor de temas sociales, con el objetivo de crear cierta consciencia sobre las diferencias, las problemáticas multilaterales, la realidad de Latinoamérica en especial. Evidentemente, la audiencia objetivo no son los hispanos que habitan este enmarañado país, sino sobre todo cierta clase liberal de ciudadanos anglosajones, en particular en el bastante liberal Estado de Minnesota. De allí que lo esencial del encuentro probablemente provenga de la atractiva incorporación de obras con finales abiertos y discusión con el público (una idea que debe mucho a la influencia de Boal), en que se conversa, y algunas veces hasta se llega a discutir.
Este año las obras "abiertas" otra vez se las debimos a Dominic Orlando, un dramaturgo neoyorkino realmente interesante de considerar y seguir. Hubo obras de escritores locales, muchas veces las más débiles del Festival (quizás demasiado directas al punto), y un par de piezas breves latinoamericanas, QEPD de Martínez Queirolo, que comenté aquí, y La Autopsia de Enrique Buenaventura, que fue, a mi modesto entender y a pesar de su brevedad, quizás la más teatral de las exhibidas en cuanto a temática y conflicto dramático, aunque la puesta en escena fuera básicamente ilustrativa. No es la primera vez que Teatro del Pueblo pone en escena a "pesos pesados" de la dramaturgia latinoamericana (lo hizo con Dragún, Radrigán, Wolff, Athayde), y esto puede contarse entre sus aciertos, sin duda.
Por supuesto sigue flotando en el ambiente la pregunta de si los latinoamericanos entendemos lo mismo que los estadounidenses por teatro político, es decir, por intervención política.

domingo, 1 de marzo de 2009

El arte de hacer estrellas con papel periódico


Un reportaje de El Comercio de Lima a Magaly Solier, protagonista del filme La teta asustada, y antes del polémico Madeinusa, da para comentar. Desde luego no quiero abundar en el asunto de representatividad cultural, ni en los juegos retóricos que la convierten en una ayacuchana digna de admiración, o digna de sospecha. Lo que quiero es comentar la asombrosa manera en que los medios consagratorios de la prensa se mueven, la forma de enunciar esa consagración, y según mi lectura, su intención hipócritamente inclusiva. Pero no se asusten, no haré un ensayo: trataré de ir al punto. Aquí tienen el artículo que sacó El Comercio de Lima, en su sección Luces, hace un par de días- Aquí van las partes que me interesa destacar (el subrayado es mío):

“Madeinusa” nos presentó a Magaly Solier como una intuitiva y talentosísima intérprete. Claudia Llosa, con el ojo siempre diestro de una realizadora a punto de lanzarse por primera vez a las azarosas aguas de la creación, la descubrió de una manera casi casual en su Huanta natal y, desde entonces, el cuento de hadas no dejó de alimentar sus propias quimeras.


Yo no sé hasta qué punto la mentalidad de Mickey Mouse se ha apoderado de los redactores del diario decano de la prensa nacional, pero esta presentación de Solier es estúpida, por decir lo menos. Trata de igualar el asunto de su "éxito" al de un cuento de hadas, un sueño que se realiza por vías extrahumanas, no por el trabajo, no por interrelaciones de mercado cinematográfico y coordenadas culturales y políticas que operan en todas las seleciones mundiales de festivales, premios y similares. Para no hablar del infeliz verbo descubrir que se ha hecho sospechoso desde Colón, y populachero desde Ferrando. OK, sigamos:

"En aquella inolvidable ópera prima de Llosa, Solier se reveló como una estrella en ciernes, y gracias a esa película supimos también que su admirable protagonista, además de una actriz de cine con un potencial enorme, era una cantante muy dotada. Hoy, un par de años después, Solier conquistó los corazones del jurado, de los organizadores y de los asistentes a la última Berlinale con los mismos argumentos: su maravillosa naturalidad frente a las cámaras y una voz tan dulce y triste como un mágico paseo por las alturas andinas".

O sea, digo yo, el estrellato es el camino. ¿De dónde sacaron que todo el que se para frente a una cámara de por sí quiere ser una estrella del celuloide? Hay muchos otros porqués para responder a la participación de una persona en un acto artístico. No busquen entre los underground: pregúntenselo a Sean Penn. Otra vez, chatura de expectativas, demasiado cine para lobotomizados en la cabeza de los redactores ( que tuvieron la sapiencia -que en mi pueblo se llama pendejada- de no firmar la nota).
Y la última oración es de catálogo de LAN para publicitar un destino turístico. La doctrina del buen salvaje remasterizada para tiempos globales y marketeros.

“La teta asustada”, la ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín , ha confirmado que tanto Llosa como Solier nacieron con una buena estrella, una luz silenciosa que ilumina sus pasos: una seguirá acaparando galardones con sus películas; la otra volverá a robarse los corazones de todos con sus canciones.

Nunca más explícito: una acapara, otra roba. ¿Ninguna merece? El mérito personal está fuera de la esfera moral del que escribe estas nota. Nacieron con buena estrella, lecheras, como se dice en criollo. Nada que ver: hay mucho para criticar y alabar en la propuesta artística de Llosa, y en la de Solier, pero cualquier argumento es válido antes que solo hablar de la suerte. Manipulando o no, las imágenes del mundo andino o limeño o el que sea, se trata de trabajo que cuesta tiempo, esfuerzo y dinero. Se llama trabajo, y esa es en todo caso la moraleja de esta historia: hay que trabajar duro para lograr cosas.

“Cuando llegamos a Berlín, nos sentimos como unas estrellas”, contó Solier en la rueda de prensa ofrecida el jueves por la directora y las protagonistas de “La teta asustada” en el Teatro Peruano-Japonés. Antes de la ceremonia de clausura de la Berlinale, cuando las celebridades desfilaban por la alfombra roja y desde los parlantes se escuchaba la voz de Solier interpretando en quechua las bellas canciones del filme, ya no quedaban dudas: ya eran unas estrellas del cine mundial. Y el Oso de Oro solamente sirvió para que todos aquí en Lima también nos diéramos cuenta de eso

¿Qué agregar? Nada: vaya mentalidad de perdedores, de convidados de piedra. La Teta Asustada no llegó por la ventana a Berlín, fue elegida entre cientos de filmes para la competencia oficial. De manera que las celebridades (el nombre correcto, eso sí, pues muchos de ellos no son ni de lejos artistas) eran todos, no solo los que llegaban vestidos por Armani. No diré más, pues creo que el punto se agota: hasta aquí es claro cómo funciona la mente de quienes deciden hacer alabanzas de un trabajo artístico: lo comparan con la estructura de mercancías artísticas, en donde Hollywoood se lleva el palmarés en volumen de producción, qué duda cabe. De esa manera, la existencia y el éxito del cine nacional (de la cultura en general) estaría -de acuerdo con estos yuppies de segunda de El Comercio- en imitar el juego del mercado cultural del primer mundo, insertarse, ser reconocido y reconocible.
Noten por favor que no tengo simpatía por el trabajo anterior de Llosa, y que espero ver desapasionadamente La teta asustada para ver cuánto de meritorio tuvo el premio. Pero lo que me queda claro hasta aquí es que una actitud de alabanzas de esta naturaleza denota la baja estatura cultural y moral de un diario central en el Perú. El velado racismo que deja entrever, las explicaciones baratas e idiotas que prefiere ante la "irrupción" de Magaly Solier en el espectro del mundillo de celebridades peruanas, son por demás elocuentes.
Después de todo, no basta con incluir nuevos jugadores a un juego que sigue siendo igual: el arte como una mercancía, gente (actores, estrellas) como mercancía. La vuelta sería que sea el juego mismo el que cambiara, y que alguien con raíces andinas pudiera enseñarnos, ojalá, al resto de parasitarios de la cultura de Occidente, que hay muchos otros valores para la creación artística en una comunidad, otros más útiles y valiosos que solamente el glamour, la fama y la sarta de estupideces que nutre el show business, el de aquí o el de allá.