sábado, 7 de marzo de 2009

Festival de Teatro Político en Minnesota


Desde luego, el nombre del Festival merece explicación: no es político en el sentido en que muchos lo entendemos en América Latina, político como sinónimo de combativo, incluso revolucionario. Este es más bien una suerte de teatro cívico, de impulso a la acción ciudadana, pensado para jóvenes ciudadanos de la nación más propagandista del valor de la democracia.
El Festival de Teatro Político que organiza el Teatro del Pueblo en Minnesota (dirigido por Al Justiniano) ha llegado a su Octava versión y confirma varias líneas de trabajo que he podido observar como espectador y como artista, en cuatro oportunidades.
Se trata de un encuentro de voces mixtas (autores de EEUU y de América latina, piezas en inglés y algunas en español) alrededor de temas sociales, con el objetivo de crear cierta consciencia sobre las diferencias, las problemáticas multilaterales, la realidad de Latinoamérica en especial. Evidentemente, la audiencia objetivo no son los hispanos que habitan este enmarañado país, sino sobre todo cierta clase liberal de ciudadanos anglosajones, en particular en el bastante liberal Estado de Minnesota. De allí que lo esencial del encuentro probablemente provenga de la atractiva incorporación de obras con finales abiertos y discusión con el público (una idea que debe mucho a la influencia de Boal), en que se conversa, y algunas veces hasta se llega a discutir.
Este año las obras "abiertas" otra vez se las debimos a Dominic Orlando, un dramaturgo neoyorkino realmente interesante de considerar y seguir. Hubo obras de escritores locales, muchas veces las más débiles del Festival (quizás demasiado directas al punto), y un par de piezas breves latinoamericanas, QEPD de Martínez Queirolo, que comenté aquí, y La Autopsia de Enrique Buenaventura, que fue, a mi modesto entender y a pesar de su brevedad, quizás la más teatral de las exhibidas en cuanto a temática y conflicto dramático, aunque la puesta en escena fuera básicamente ilustrativa. No es la primera vez que Teatro del Pueblo pone en escena a "pesos pesados" de la dramaturgia latinoamericana (lo hizo con Dragún, Radrigán, Wolff, Athayde), y esto puede contarse entre sus aciertos, sin duda.
Por supuesto sigue flotando en el ambiente la pregunta de si los latinoamericanos entendemos lo mismo que los estadounidenses por teatro político, es decir, por intervención política.

No hay comentarios: