martes, 26 de febrero de 2008

Tusuy Kusun o el país que baila

Iba a poner el enlace para que escuchen esta canción de Damaris Mallma que ganó el Festival de Viña, sección folklore, cuando me enteré además de que la cantante es egresada del TUC, Teatro de la U Católica de Lima, una de las escuelas más antiguas de la Capital. Pues entonces hay una doble razón.
Respecto al tema mismo, es interesante obsevar cómo la cultura andina ha dado pruebas de que sabe modernizarse, sin perder su propia visión del mundo. Échenle una mirada a la letra, que además de estar en quechua y español, retoma sinestesias, sensaciones y creencias que no van a desaparecer a pesar de la modernidad, que están recreándose (recreándonos) permanentemente. Pero además está el asunto central que la canción retrata e invita a retomar, el de la danza, aquella forma central de relación entre el hombre que saluda con su cuerpo a la tierra, y esa forma misteriosa del tiempo, como diría Borges, que es la música que recompone esa unidad. Esa música que logra además abrir los brazos a lo negro, lo indio y lo occidental...
Ahí les va.

lunes, 25 de febrero de 2008

El Guía del Hermitage


No es que la idea que voy a lanzar sea provocadora, es esa cadena de hechos casuales a la que llamamos vida la que lo es.
Este es el asunto: si en este momento tuviéramos que elegir al dramaturgo peruano de mayor repercusión internacional, en el teatro profesional mundial, el que más se ha acercado a las grandes marquesinas fuera del Perú, en este instante, ni modo, deberíamos ceñirle esa "corona de laureles" al señor Herbert Morote (ver web).
Morote ha registrado su ingreso por la puerta grande al Teatro de Bellas Artes de Madrid, como autor de El Guía del Hermitage, su obra histórica y minimalista a la vez, ambientada en la Rusia estalinista. Por todo lo que he recogido, los méritos de la obra parecen varios, y se cuenta entre lo más interesante que trae la temporada en España (ver nota de El País). La puesta dirigida por el argentino Jorge Eines, tiene, para mayores señales, como protagonista al enorme Federico Luppi, quien además vuelve a las tablas luego de diez años, y luego de fama y grandes actuaciones en el cine en español. La puesta ha sido reseñada en muchos lugares de España, ha estado en gira mucho tiempo, y todo parece indicar que dará un espaldarazo a la carrera dramatúrgica del lambayecano Morote.
Pero muchas cosas más son fascinantes en este caso, como fascinante es este mundo díscolo de las industrias de la cultura y el mercado del entretenimiento. Morote, creo que nacionalizado español, igual que su criticado Vargas Llosa, es un escritor joven de 72 años. Joven pues comenzó su carrera literaria solo después de jubilarse como gerente de grandes conglomerados farmacéuticos, hace 17 años. No es un dato al margen, tal vez ese entrenamiento corporativo puede jugar, y mucho, en favor de un escritor que se inicia, cuando se trata de aceptar que la lógica de operaciones de las editoriales y las empresas productoras de teatro, está más cerca de un manual comercializador de plátanos que de los manifiestos literarios o teatrales, pongamos por caso, el manifiesto surrealista o "Hacia un teatro pobre". No estoy desmereciendo el talento de cualquier escritor, entendámonos, hay que tener ciertos dones para ejercer el negocio de la escritura. Pero estoy hablando además de la relación entre el escritor y el mercado, entre el impulso creativo y las fuerzas económicas que canonizan los productos culturales haciéndolos mercancías. Comprender la forma en que se construye una carrera literaria o teatral en el mundo del mercado cultural, es quizás la piedra de toque que explique por qué ciertos escritores sí llegan a la Meca.
Desde luego, si de ponernos patafísicos se trata, otro asunto es preguntarse por el valor real que tiene ser puesto, digamos, en el Carnegie Hall y no solo en el Orfeón de Tacna, o ser editado en varios idiomas en lugar de hacer 500 ejemplares en Centro Lima. Éxito, mayor divulgación, o tratar un tema de moda, son de hecho reglas de valor, pero el tema es saber desde dónde son establecidas estas reglas y con qué objetivos. O sea, si el éxito en el mercado artístico, local, nacional o mundial mide realmente la importancia que una obra tiene, o, peor, la que tendrá a lo largo del tiempo. Y medir su significado para comunidades diferentes.
Lo interesante es que estos valores no se definen de forma natural, sino que son cuestiones que pueden ser debatidas, que hay que debatir, especialmente cuando todavía estamos atacados por la enfermedad del colonialismo. O sea, aterrizo, ¿qué va a suceder el día que un civilizador Académico español (eso si no nos toca un dislálico especialista norteamericano)"descubra" la literatura dramática del Perú, y entonces proponga, digamos, El Guía del Hermitage como una de nuestra obras dramáticas centrales**, canónicas? ¿Será eso cierto?

La verdad, como están las cosas, no veo por qué sería falso, si nos atenemos a la extraña regla-madre del éxito en el mercado artístico: visibilidad.


**No pierdo de vista que esta misma obra fue estrenada en el Perú primero por Ruth Escudero, con actuación de Hernán Romero, y fue llevada a Festivales internacionales. El autor ha dicho, en una reciente entrevista, que aquella fue una buena puesta, aunque con "menos recursos".

viernes, 22 de febrero de 2008

Críticas de teatro peruano 2008


Amigos, en la columna de la izquierda hallarán una nueva sección que empiezo a completar: Críticas de teatro peruano 2008. Allí trataré de poner, de la forma más comprehensiva que me permita el mundo de la red, aquellos textos que tratan directamente con la recepción que van teniendo las puestas hechas en el Perú. Aunque lo que acabo de afirmar parece claro, hay que aclararlo más, porque en el fondo tiene sus pequeñas "trampas" motivadas especialmente por el sentido que otorgamos al término "crítica".

Deseo hacer explícito que el nombre de "críticas", que se presta a variadas discusiones e incluso suspicacias, estará siendo usado aquí en una acepción bastante amplia: toda forma de texto firmado por alguien en concreto, cuyo objetivo es registrar su percepción de una determinada puesta en escena. Esto es, que serán considerados no solo los artículos producidos para "enjuiciar" una producción determinada en un medio de difusión establecido (tipo de texto al que con mayor frecuencia llamamos críticas), sino también lecturas más panorámicas, interpretaciones de contenidos o formas, reseñas descriptivas, etc.
De la misma manera, es de mi interés recoger todo lo que se produzca y pueda ser localizado. Me explico: no solo aquello que sale en diarios, sino especialmente aquello que se produce en blogs, páginas web, y otras formas tradicionalmente consideradas "no oficiales". Evidentemente, mucha de la real información se pierde, pero creo que la Red está ofreciendo hace buen tiempo una alternativa para contrarrestar el aluvión monopolizador de datos que ejercen los medios solo por su mayor capacidad de distribución. Por ello, de paso, también quiero motivarnos a todos a recoger más "críticas" sobre puestas peruanas, en especial aquellas que sabemos que difícilmente llegarán a ciertas páginas de diario. Hoy todo el mundo puede abrir un Blog y localizarlas permanentemente allí.
Por supuesto, el reto mayor es conseguir críticas de lo que se produce en otras ciudades diferentes de Lima, u otros circuitos dentro de la gran y diversa Capital peruana. Allí quiero solicitar ayuda: haciendo conocer nuevas webs o blogs, o copiando información producida en diarios de nuestras respectivas localidades. Esto ayudará a configurar mejor el mapa de la teatralidad nacional.

Por último, el artículo deberá aparecer firmado, es decir que para la materia de este proyecto, no consideraré artículos con seudónimo o críticas anónimas, ni notas de prensa.

Al final del año pondremos en circulación una página especial que se llame Teatro peruano del 2008, y además, espero, un volumen impreso que recoja críticas de la mayor cantidad de espectáculos, ya que eso será un aporte concreto a nuestra memoria teatral.

Por favor, si tienen sugerencias o comentarios, enviarlos a este Blog, o al email: aviteatro@yahoo.com

martes, 19 de febrero de 2008

Castellucci, las matanzas y la chica llorando


De paso por las Ciudades Gemelas, el italiano Romeo Castellucci puso en escena Hey Girl, y presentó el video de su emblemática obra Tragedia Endogonidia (2004). De entrada habría que comentar la fama enorme del director, a quien muchos importantes diarios del mundo (ver nota del NY Times) han llegado a llamar el más grande innovador de la escena europea actual. Al frente de la Societas Raffaello Sanzio, Castellucci es desde hace un tiempo nombre destacado en los más grandes festivales del primer mundo (Avignon, la Bienal de Venecia, entre otros). Sin embargo su presencia en el circuito norteamericano es todavía incipiente, pues el de este país es un teatro renuente a grandes experimentadores. Sobre todo cuando son extranjeros.
Imaginarán que, precedido por el aluvión de información aclamadora, uno tiene grandes expectativas. Pero para decirlo "en corto" (como dicen los gringos), esas expectativas se me esfumaron pronto. O, a lo mejor, tuvieron que ceder paso a mi lectura "tercermundista".
Me explicaré lo mejor que pueda: hay en el teatro de Castellucci una pasión por el ritmo visual, trepidante, que convierte sus puestas en una secuencia de imágenes impactantes, y a la vez perturbadoras. Pero ese mismo desenfreno para el ojo es el que lleva a convertir todo lo que toca en objetual, es decir, que la suya parece más una manipulación de los elementos ubicados en el espacio antes que una exploración de su progresión en el tiempo, una evolución. Congelados los elementos en un tiempo único, las exigencias de la escena llevan al director a apostar por construir y construir imágenes, para luego poder destruirlas en cara de la audiencia . De allí que mucho de su trabajo se sostenga en el quiebre atemorizante, directamente sustos a la audiencia, para recuperar la línea temporal de la puesta, y para mantener un público conectado con el trabajo. En Tragedia Endogonidia, por ejemplo (de la que solo vimos videos, pero comentados en vivo por el director) once episodios dedicados a igual número de ciudades europeas, se plantean como enormes frescos surrealistas que conservan comunicación con la ciudad referida solo a manera de huellas, de trazos subconscientes. En París aparece de pronto De Gaulle, o caen tres automóviles sobre el escenario, que recuerdan las pequeñas "voitures¨parisinas. Pero por lo demás lo que queda es una barroca progresión de imágenes, cada cual más dura, más bulliciosa. Y la omnipresente aparición de sangre en una botella que se derrama con cierta generosidad.
En Hey Girl, el trabajo que mostró en el Walker Art Center, la presencia central de una chica atrapada por la fuerza atávica del patriarcalismo, se vertebra otra vez a partir de la secuencia, de la yuxtaposición. Una tras otra, las escenas como fotografías pasadas a velocidad, vuelven a crear esta sensación angustiante, frustrante, en que la imposibilidad de desarrollo, de despliegue de los personajes, deriva en una línea de tiempo que avanza a empellones. O que se congela, ¿teoría del fin de la historia?
Probablemente en ese punto de mi experiencia como espectador empezaron mis preguntas en relación a la valía del trabajo de Castellucci. Esta imagen del espacio dominante sobre el tiempo, pero paradójicamente vencido por él, juega de manera extraña con los temas, con los referentes recogidos. Si la Tragedia Endogonidia se plantea, obviamente, como una fresco del pasado despiadado de una guerra perpetua en Europa, del grado sumo de barbarie en que se sumieron nuestros frecuentemente admirados compañeros de planeta; el fresco trágico prolonga la parálisis hacia el espectador, lo desenfoca de sus raíces en los problemas, para convertirlo en espectador asqueado y extasiado a un tiempo, en la autocontemplación de su propia pérdida de sensibilidad ante la masacre. Lejos, muy lejos, de la Tragedia griega en que el hombre parecía agarrarse con pies y manos a la imagen ajena, al designio de dioses igualmente asesinos, la modernidad observa su Tragedia real (70 millones de muertos) como espectáculo sin relación directa con la vida. Pues no hay espectáculo que pueda convertirse en vida, desde que la vida se ha vuelto espectáculo.
Y por eso cuando Castellucci, convertido ya en marca cultural, toca el tema de la condición de la mujer moderna en Hey Girl, nos dispara todos sus decibeles disponibles, y todas las palabras en el ecran, tal vez para ocultar que por debajo seguimos (él y nosotros) creyendo en que la chica bonita objetual tiene derecho a hablar y a llorar, pero no a ser sujeto de su propia acción. Deambulando por el escenario, la bellísima y joven actriz, blanca y hablando inglés, se ríe bajito de los estereotipos medievales pero los encarna por completo, victimizándose, haciéndose políticamente correcta para una audiencia que, imagino, tolera las denuncias pero no acepta los castigos. Esa misma audiencia que no soportaría ver deambulando semidesnuda a una mujer de vientre abultado por varios embarazos y mucha comida de MacDonalds, o sudando porque se la pasa trabajando de sol a sol para pagar la hipoteca, y por supuesto, mucho menos a una inmigrante llena de esperanzas que no tiene tiempo para decir que la vida es una porquería, porque ella tiene que vivirla realmente.

**Foto de Hey Girl, por Societas Raffaello Sanzio

viernes, 15 de febrero de 2008

Monty Phyton vs. Les Luthiers

Navegando (para decirlo elegantemente) en la red, di con una Página, bestuff.com, que organizaba una votación titulada “El Más grande grupo de comediantes de la historia”. Lideraba la votación, por bastante, Monty Phyton el casi desquiciado conjunto de humoristas británicos (ver video), que han sido la sensación europea especialmente en la década del 70, y responsables aún hoy de grandes éxitos en el cine y la Televisión. Pero más interesante, tratándose de una página de habla inglesa, fue hallar un tercer lugar para Les Luthiers (ver video), el conjunto de instrumentos informales porteño, fundado en 1967, y probablemente el más original proyecto de comedia en nuestro idioma. Tal vez como respuesta, por allí hallé ecos de la disputa, opinantes que sugerían que Les Luthiers era más grande, declarándolo con un sospechoso español del Río de la Plata. Otros, más “reconciliados” con el tiempo, se contentaban con comentar algo como: “no se peleen, Les Luthiers son los Monty Phyton argentinos”, y cosas así. (Honor pírrico, pues Les Luthiers son de hecho dos años más antiguos que los geniales cómicos ingleses). Mi opinión sincera es que no se puede medir a dos atletas extraordinarios que corren en dos diferentes carreras, con diferentes implementos, y con distinta visión de su propia naturaleza. Una vez más, es una cuestión de tradiciones, en el mejor sentido del término: es mucho más probable para un latinoamericano haber conocido las grabaciones de la supuesta música de Mastropiero que popularizaron los argentinos antes que conseguir traducciones de, por ejemplo, el Flying Circus, el exitoso y desopilante show televisivo de los Monty Phyton. Lo fantástico puede ser en cuánto convergen ambos grupos, no solo en el hecho de ser conjuntos de actores (y músicos, los argentinos) sino aun en un humor absurdista que se hace más sarcástico y casi manifiestamente social en los Phyton (aquí los ven en su Campeonato del Idiota de Clase Alta del Año), o se vuelve más frescamente irónico en los Luthiers. A pesar del chiste festivo que alienta a los argentinos, tampoco ellos resisten la tentación de comentar la realidad, de fregar en el mejor sentido de la palabra, aunque en esto los Phyton son maestros de la iconoclasia y la irreverencia (consigan La vida de Brian, su versión libérrima de la vida de Jesús, y verán hasta dónde son capaces de llegar!!). Pero hay en los ya viejitos argentinos un ingenio para hacer instrumentos hasta de cámaras de llanta, y gusto por el refinado juego de palabras que no dejan de ser subyugantes. Aquí tienen el Monólogo de Rabinovich, uno de mis preferidos.

Bueno, habría mucho que decir sobre cada grupo, y prometo un post de cada uno. Felizmente, este tiempo nos permite ver videos de ambos, y disfrutarlos. Para dejarlos con algo "educativo", aquí les van enlaces para ver: el partido de fútbol de filósofos de los Phyton, y Educación sexual moderna, cántico enclaustrado de los Luthiers. Espero que esta selección de invitaciones a la risa, les agrade.

Placer adicional: en esta web, han colgado los libretos de Les Luthiers.

domingo, 10 de febrero de 2008

La muerte de Molière


El buen Jean Baptiste, hijo del tapicero real y que convencía al más duro de unirse a la causa del teatro, es para mí figura de evangelio. Esa devoción por Molière tal vez la debo a mis profesores del Teatro de la ANEA que casi nos obligaron a memorizar completos El médico a palos, El burgués gentilhombre, Las preciosas ridículas. (Y en el grupo que inicié, La Escuela de los Maridos fue nuestro tributo de iniciación).
Busco explicarme esa cercanía a un escritor tan lejano de muchas formas: tal vez me conmueve aún la historia de este chico formado por curas que abandonaría el derecho para dedicarse a la vil profesión de comediante, para reclamo permanente de su padre. Tal vez la idea del dramaturgo que empezó a escribir solo después de los 37, y solo después de haber vivido como teatrero hasta la médula, solo después de haberse contaminado de vida y liberado de palabras sin sentido. O quizás el gusto casi vicioso por la comedia, por el chiste simple y el enredo argumental, la comedia con la que era posible atacar lo inatacado, mofarse de los nobles en su nobleza, de los ricos en su ceguera. Un tipo haciendo cosquillas a los poderosos con una espada. Pero incapaz de levantar otra arma que la de utilería.
Ese Molière fiel a la religión del teatro, contradictorio y honesto a su manera, que se puede seguir también bajo influencia de sus grandes comentaristas, sus grandes teólogos, pero especialmente a través de dos: Mihail Bulgákov en su magnífica y novelada biografía del gran actor-autor francés, contada no a la manera en que pudo ser, sino a la manera en que nos conviene más. O sea, la más productiva forma de tergiversar un personaje: volverlo leyenda, ficción que redime al ser humano y sus circunstancias . O más cercano en el tiempo, a través del totalmente descreído y doliente Rubem Fonseca, quien a manera de policial destapa el gran caso de quiénes y cómo mataron a Molière, de quiénes y cómo siguen matando al teatro. Una pasión alucinada.
Pero si hay algo que no se me va de la cabeza cuando escucho hablar del amigo Molière es esa maravilla de película que hizo Arianne Mnouchkine, Moliere o la vida de un hombre honesto(1978). He buscado la película para volver a verla desde 1994, sin éxito, aunque siempre temo alterar la aureola de leyenda que ella conserva en mis recuerdos. Sin embargo, acabo de encontrar una parte del final, cuando ese envejecido teatrero de 51 años tiene su aparición última en el teatro de la vida, una impactante secuencia de imágenes que me resisto a describir, y que mejor podrán ver ustedes mismos en este enlace.

Que el buen Molière siga acompañando nuestros pasos.

martes, 5 de febrero de 2008

Notas sobre teatro en Arequipa




La suerte del teatro arequipeño ha sido, por decirlo de algún modo, muy personalista. Personalista, pues la presencia y desarrollo de las artes escénicas en la ciudad del Misti ha dependido casi por completo del empuje que los artistas mismos le han querido dar, y tal vez por ello a etapas de gran interés, afición e interesantes propuestas, festivales y grupos, han seguido bajones, épocas poco felices en difusión, períodos algo estériles.
Por supuesto estoy hablando desde la perspectiva que atañe a los artistas teatrales, pues no ha ocurrido lo mismo con la política de las autoridades de la ciudad. Esa política sí que ha trascendido a las personas ocasionales, y se ha establecido en una línea siempre clara y simple: nunca, después de la década del 50, nunca más hubo autoridades públicas arequipeñas interesadas en promover el arte que ha movido y sigue moviendo interés entre sus propios coterráneos. Desde los 50, digo, porque creo que la singular ocasión fue cuando don Gustavo Quintanilla en la UNSA se tomó el interés casi personal de llevar profesores de teatro desde la ENSAD (y halló obvio apoyo del también arequipeño Guillermo Ugarte Chamorro, director de la Escuela). Fue entonces que empezó a constituirse una tradición "más técnica" de teatro que prendió pronto entre la juventud de la época. Aquel tiempo casi feliz, vio llegar sucesivamente a Sergio Arrau, José Velásquez y Carlos Gassols (él por casi un año) para dictar cursos, dirigir puestas, en una palabra: contagiar la dulce enfermedad. Hablo de años lejanos, 1954 a 1958. Y de ese Teatro Universitario surgirían muchos de los primeros grupos locales, directores o actores que aún siguen prodigándose en la escena local.
Pero desde ese momento, nunca más hubo algo parecido: un esfuerzo sostenido por una autoridad pública para demostrar que el teatro puede ser un motivo más de orgullo para la ya felizmente orgullosa Región.
¿Por qué escribo esto? Porque dos pequeñas notas periodísticas que he leído, como delicados alfileres, me han alcanzado a cinco mil kilómetros de distancia. Una, saber que la Asociación de teatristas characatos, presididos por Andrés Luque, propone a la Región la creación (por fin) de una Escuela de Arte Dramático. (Ver noticia aquí). La otra, enterarme por un blog (Ver aquí) de la remoción de su puesto como profesor de la ENSAD y perjuicio que sufre César Vega Herrera, enorme dramaturgo, arequipeño y por donde se le vea, un escritor fuera de serie.
La historia de la Escuela es casi tan antigua como lo que cuento líneas arriba. Es más, conozco al menos tres otras iniciativas que llegaron a la puerta del horno, pero se quemaron. Y a pesar de que no estoy seguro de cuánto soluciona una Escuela las múltiples necesidades de promoción del teatro local (ahora el Estado está queriendo deshacerse de toda responsabilidad educativa, por lo visto), no puedo dejar de expresar mi deseo de que la iniciativa prospere, y que el Presidente Regional, Dr. Juan Manuel Guillén, filósofo como era Quintanilla, tome una decisión histórica para la Región. Muchas veces un proyecto educativo más que solo responder a una necesidad, apunta a generarla: recordemos que no hay Escuelas de Teatro en todo el sur del Perú, o Bolivia, y que las poquísimas del norte de Chile resultan muy caras.
O, al menos, si no acepta una Escuela, ojalá el Presidente Guillén derive su compromiso en alguna forma material de reconocimiento y apoyo para el teatro de una Región que puede preciarse de haber visto nacer algunos de los más grandes nombres de la escena nacional: Luis Álvarez, Hudson Valdivia, Alfredo Bouroncle, Ugarte Chamorro, Delfina Paredes, Antonio González Polar, Edgard Guillén, José Mejía Bejarano, y muchos más. Además de la enorme cantidad de teatristas que están en la Región, trabajando y saliendo adelante, aunque su ausencia en los grandes medios pareciera desmentirme. Reconocer esta riqueza sería una forma de crear mayor capital cultural para Arequipa.
Y por supuesto, el nombre de Vega Herrera debería figurar con toda justicia entre todos los ilustres teatristas. Vega ostenta el único Premio Internacional Tirso de Molina de España (algo así como el Biblioteca Breve o el Rómulo Gallegos de la dramaturgia) que ha recibido un autor peruano. Muchas de sus obras son puestas en todo el Perú y otros países. Pero Vega ahora se halla sin un trabajo permanente. Se me ocurre pensar que el Dr. Guillén Benavides sabrá cómo apoyar efectivamente a este arequipeño notable, pues es un Presidente Regional singular: reúne sensibilidad, frondosa cultura y talento administrativo suficientes. Lo demostró hace poco cuando la Región ha apoyado a un talentoso escritor (cierto que más joven y menos célebre) tal como el narrador mismo ha hecho público. (Pueden leerlo en esta entrevista)

Siempre se menciona la falta de apoyo a los artistas en el Perú, pero estoy seguro que Arequipa podrá ufanarse de empezar una actitud diferente. Después de todo, si no lo hacemos nosotros mismos, entonces ¿quién?

***Fotos del Misti y de César Vega Herrera

viernes, 1 de febrero de 2008

Regreso de Rasu Ñiti


El Comercio (ver aquí) publicita el inicio de una nueva miniserie, El gran reto, en Frecuencia Latina, en la que se darán cita como personajes centrales Danzaqs, bailarines de la mundialmente conocida Danza de Tijeras peruana. Puedo imaginarme las múltiples preguntas que surgirán: ¿cómo se representará a los bailarines, se tratará de reconstruir su enorme valor cultural indígena, o se optará por tratarlos como solo bailarines folclóricos? ¿Exotismo o valoración de lo nacional? Es decir, las cuestiones que vienen a la palestra cada vez que en nuestra cultura tratamos de dialogar con nuestras multiples marcas identitarias, en especial las que vienen de los mundos andino y amazónico. Y es que como sucede con muchas otras performances culturales (pero especialmente con ésta) no es tan correcto considerarlas simples danzas, en el sentido que aquel género reviste desde una perspectiva moderna. Varios estudios (Núñez Rebaza, Castro-Klarén) siguen demostrando que la práctica cultural de los Danzaq rebasa el lenguaje del entretenimiento y se adentra en una matriz mágico-religiosa cuyo valor aún podemos hallar en rituales de las zonas rurales de Ayacucho, Arequipa o Apurímac. En la Danza de Tijeras la notación coreográfica está entrelazada con un desafío de la propia corporalidad, lo que la acerca a otras formas no espectaculares de mortificación y sigue alimentando el misterio que parece envolver a los Danzaq de tijeras tradicionales, considerados herederos de movimientos coloniales como el Taqui Onqoy.
Por supuesto no es solo tema para antropólogos. En el Perú hay una gran cantidad de practicantes de la Danza, para los que no necesariamente hay una relación explícita entre el baile y el ritual, aunque no estoy seguro que la prevalencia de lo primero afecte las posibilidades de lo segundo. Por otro lado, hace tiempo que la Danza de Tijeras es un espectáculo de bandera del Perú, y llama la atención dondequiera que se presente. Solo como ejemplo vean este programa en el Kennedy Center hace unos años.
Pero lo interesante del caso de la miniserie nueva de Frecuencia Latina, es la vía extrínseca (además de unas entrevistas) por la que los productores llegaron a los Danzaq. Léanlo directamente en el artículo aludido al inicio, cuando ellos lo explican:
"Vimos 'El rey de las máscaras' ('Bian Lian'), un filme sobre un maestro y el arte tradicional de las máscaras en China. Tratamos entonces de juntar el tema de la tradición y quisimos adaptarlo a algo más local. Entonces llamamos a Damián y a Rómulo y modificamos el guion". Fascinante aproximación. ¿Por qué llegar a los Danzaq a través de las artes tradicionales Chinas? No estoy diciendo que sea un recurso inadecuado, por el contrario, me parece perfectamente acompasado con los nuevos tiempos: como quiera que es más fácil conseguir producción hecha en y para los mercados internacionales, antes que fuentes primarias nacionales (aunque estén geográficamente más cercanas), tal vez es posible acercarse a lo nacional paradójicamente desde lo oriental, es decir, lo exótico para Europa y los Estados Unidos. En la búsqueda de exotismo nos cruzamos con nuestra propia imagen, como si mirando objetos de un museo de pronto halláramos un espejo.
Por eso no creo que sea una mala idea (bueno, veremos el resultado artístico) poner en escena, en pantalla de TV, personajes que conectan un mundo real y un mundo aparente de miniserie. Ojalá a los productores no los traicionen las necesidades comunicativas del relato y puedan armonizarlas con el valor de los artefactos culturales que usan. Eso es posible: podríamos recordar, manteniendo todas las distancias que se quiera, en cómo el proyecto literario de La Agonía de Rasu Ñiti, el genial cuento de José María Arguedas sobre un Bailarín de Tijeras, sí cumplió con ambas cosas: entregar un relato literario occidentalizado, poderoso, y a la vez, encodificar elementos culturales de una práctica que obviamente escapa de lo artístico.

**Vale la pena, a propósito de Rasu Ñiti, recordar la adaptación que se hiciera para la TV con actuación de Luis Álvarez en los años 70, o las más recientes versiones teatrales de Sara Joffré con José Navarro y de Javier Maraví con el grupo Waytay.
*** Para quienes no estén familiarizados con esta performance, hay varios videos, como estos, disponibles en youtube. Y este artículo de Juan Zevallos Aguilar es también muy ilustrativo.