lunes, 25 de febrero de 2008

El Guía del Hermitage


No es que la idea que voy a lanzar sea provocadora, es esa cadena de hechos casuales a la que llamamos vida la que lo es.
Este es el asunto: si en este momento tuviéramos que elegir al dramaturgo peruano de mayor repercusión internacional, en el teatro profesional mundial, el que más se ha acercado a las grandes marquesinas fuera del Perú, en este instante, ni modo, deberíamos ceñirle esa "corona de laureles" al señor Herbert Morote (ver web).
Morote ha registrado su ingreso por la puerta grande al Teatro de Bellas Artes de Madrid, como autor de El Guía del Hermitage, su obra histórica y minimalista a la vez, ambientada en la Rusia estalinista. Por todo lo que he recogido, los méritos de la obra parecen varios, y se cuenta entre lo más interesante que trae la temporada en España (ver nota de El País). La puesta dirigida por el argentino Jorge Eines, tiene, para mayores señales, como protagonista al enorme Federico Luppi, quien además vuelve a las tablas luego de diez años, y luego de fama y grandes actuaciones en el cine en español. La puesta ha sido reseñada en muchos lugares de España, ha estado en gira mucho tiempo, y todo parece indicar que dará un espaldarazo a la carrera dramatúrgica del lambayecano Morote.
Pero muchas cosas más son fascinantes en este caso, como fascinante es este mundo díscolo de las industrias de la cultura y el mercado del entretenimiento. Morote, creo que nacionalizado español, igual que su criticado Vargas Llosa, es un escritor joven de 72 años. Joven pues comenzó su carrera literaria solo después de jubilarse como gerente de grandes conglomerados farmacéuticos, hace 17 años. No es un dato al margen, tal vez ese entrenamiento corporativo puede jugar, y mucho, en favor de un escritor que se inicia, cuando se trata de aceptar que la lógica de operaciones de las editoriales y las empresas productoras de teatro, está más cerca de un manual comercializador de plátanos que de los manifiestos literarios o teatrales, pongamos por caso, el manifiesto surrealista o "Hacia un teatro pobre". No estoy desmereciendo el talento de cualquier escritor, entendámonos, hay que tener ciertos dones para ejercer el negocio de la escritura. Pero estoy hablando además de la relación entre el escritor y el mercado, entre el impulso creativo y las fuerzas económicas que canonizan los productos culturales haciéndolos mercancías. Comprender la forma en que se construye una carrera literaria o teatral en el mundo del mercado cultural, es quizás la piedra de toque que explique por qué ciertos escritores sí llegan a la Meca.
Desde luego, si de ponernos patafísicos se trata, otro asunto es preguntarse por el valor real que tiene ser puesto, digamos, en el Carnegie Hall y no solo en el Orfeón de Tacna, o ser editado en varios idiomas en lugar de hacer 500 ejemplares en Centro Lima. Éxito, mayor divulgación, o tratar un tema de moda, son de hecho reglas de valor, pero el tema es saber desde dónde son establecidas estas reglas y con qué objetivos. O sea, si el éxito en el mercado artístico, local, nacional o mundial mide realmente la importancia que una obra tiene, o, peor, la que tendrá a lo largo del tiempo. Y medir su significado para comunidades diferentes.
Lo interesante es que estos valores no se definen de forma natural, sino que son cuestiones que pueden ser debatidas, que hay que debatir, especialmente cuando todavía estamos atacados por la enfermedad del colonialismo. O sea, aterrizo, ¿qué va a suceder el día que un civilizador Académico español (eso si no nos toca un dislálico especialista norteamericano)"descubra" la literatura dramática del Perú, y entonces proponga, digamos, El Guía del Hermitage como una de nuestra obras dramáticas centrales**, canónicas? ¿Será eso cierto?

La verdad, como están las cosas, no veo por qué sería falso, si nos atenemos a la extraña regla-madre del éxito en el mercado artístico: visibilidad.


**No pierdo de vista que esta misma obra fue estrenada en el Perú primero por Ruth Escudero, con actuación de Hernán Romero, y fue llevada a Festivales internacionales. El autor ha dicho, en una reciente entrevista, que aquella fue una buena puesta, aunque con "menos recursos".

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