lunes, 18 de abril de 2011

La hija adoptiva de la crisis

El famoso Children´s Theater Company de Minneapolis pone desde esta semana "Annie", el musical de la niña huérfana en la Gran Depresión, que encuentra vida mejor al amparo del Daddy Warbucks, y el New Deal empujado por Franklin D. Roosevelt en 1933. En verdad ha habido muchas Annies desde su estreno en Broadway en 1977, y es sin duda uno de esos musicales que sobrevivirán, claro, si sobreviven los musicales. Tiene el encanto y la frescura de música muy inspirada, un relato de filiación, una promoción casera de la esperanza en el porvenir. Son los ingredientes que emocionan en la platea (mi propia emoción, por ejemplo, de escuchar cantar tan extraordinariamente a Megan Fischer, la Annie de esta versión de Minneapolis), y que a la vez contentan el corazón haciéndole creer que corazón es lo mismo que alma y que moral. Digo esto porque en la excelente puesta de Peter Rothstein, mientras aparecen los parados de la gran depresión del 29, haciendo la "soup line", la olla común decimos en mi pueblo, y vemos cantar y bailar de manera obsesivamente broadwayana a desempleados, orates, "homeless"; y del otro lado vemos la ansiedad por la felicidad que sigue llevándonos a las salas de teatro; no es posible dejar de pensar en lo mal que va los Estados Unidos, lo pésimo que se se avizora, y lo aún peor que nadie en público se atreve a anunciar. ¿Estaban exorcizando los americanos sus miedos cuando reescribieron "The little orphan Annie" a fines de los setenta, y cuando ahora regresan a ella como recurso casi de juego ante la crisis? No lo sé. La puesta es bella, y triste. Profundamente sentimental y actuada casi con histeria, con una ligera bronca que parece cada vez más difícil de ocultar en un país que sabe el riesgo de creer en un modelo económico por encima de todo. (Atención, peruanos!)
Al final todos cantan con devoción patriótica "Tomorrow", incluido Roosevelt  que está en escena, en silla de ruedas. Bueno, en verdad todos la cantamos en la mente o a todo pulmón, es difícil no dejarse arrastrar por la música y la vana esperanza.  A quién no le gustaría que las cosas mejoren con deseos, pero ignoro si habrá muchos pesimistas alegres como yo  que piensan que "tomorrow" no siempre quiere decir "mejor".

Nota: No encontré un video de la puesta, pero sí hallé el video de un concierto de la niña que la protagoniza cantando "Tomorrow".  Puedo dar fe que en la puesta es mucho mejor. Y para que comparen, les dejo la canción en la versión medio truculenta que hiciera John Huston en 1982, y que de seguro casi todos conocemos. Bueno al menos la escena de la canción quedó bien.

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