miércoles, 16 de marzo de 2011

César De María: Mensaje peruano en el Día Mundial del Teatro

(No soy muy afecto a los mensajes por el día mundial, pero este, este especialmente toca fibras sensibles y es quizás uno de los mejores que he leído, gracias César).CVS

El mundo vive una avalancha de falsa riqueza.
La globalización y el consumismo nos han inducido a creer que poseer algún objeto lleno
de leds es ser alguien en la vida, y a considerar más interesante a quien carga varios
celulares que a quien lleva varios libros.
Con la muerte de los grandes ideales llegó el endiosamiento de las pequeñeces, de lo
sobrevalorado, lo descartable, lo vacío. Y con eso llegó el desprecio a las ideas que exigen
grandeza moral, llegó el permiso para hacer lo que convenga y no lo correcto, llegó la
glorificación de lo bien hecho antes que del bien en sí mismo, llegó el sacrificio de aquello
que nos hace pensar, en aras de la frivolización que solamente nos hace sentir. Ante este
panorama, el teatro tuvo que asomarse al abismo y preguntarse si debe insistir en dar
algo más que diversión, si debe arriesgarse a seguir pensando y proponiendo, si debe
dejarse vencer por este mundo de oropel o enfrentarse a él, obligándolo a buscar lo
superior, lo integrador, lo mejor de lo humano.
El mundo de hoy nos exige a los creadores teatrales preguntarnos, antes de crear, si
queremos solamente dinero y sonrisas o si aspiramos a cuestionar, a construir o a al
menos, a preguntar con profundidad. En nuestro país, bañado hoy por la falsa felicidad
del consumo –tan parecido a la Europa de entreguerras y por tanto, tan poco auspicioso-
es peligroso ser un artista que piensa, ya no porque uno pueda terminar preso o
desaparecido sino porque puede acabar perdiendo la fama y la riqueza que el éxito
implica. Porque el éxito, hoy, se mide por los dólares que se reciben y no por las
propuestas que se dan. Pese a ello, las mujeres y hombres del teatro peruano se
arriesgan todos los días. Arriesgan su comodidad y su dinero –en el único estado de
América que no apoya masivamente al arte ni a la tecnología- poniendo en escena obras
que dicen lo que ellos realmente quieren decir. Arriesgan su prestigio al buscar, aún en los
escenarios más lujosos, hablar de justicia y de exclusión para mover el alma del país. Y
arriesgan el amor de sus familias al dedicarse a esto y al pelear para que la figuración
venga acompañada por un mínimo de pensamiento crítico que nos mantenga lejos de la
sección Espectáculos y nos dé méritos para seguir en la sección cultural.
El Perú necesita que sigamos peleando juntos por la revaloración de las ideas, de la
belleza y de la crítica social. El Perú necesita que insistamos en ser mejores y sobre todo
que insistamos en hacer mejores a quienes nos siguen. Que divirtamos mientras
cuestionamos, que retratemos lo nuestro con inteligencia y que volvamos a darle valor al
pensamiento, confiados en que las ideas que el país usará para crecer nacerán de gente
como nosotros, creadores tercos e insatisfechos que contamos, por fortuna, con el apoyo
de nuestro público, que viene a darnos lo poco que tiene esperando que le devolvamos
mucho más. Porque sabe que somos capaces de dar muchísimo. En nuestro Perú tan
querido, donde todos somos pobres culturalmente, nos toca a los artistas exigirnos más
ideas para que nuestro público se enriquezca, entendiendo por riqueza no las cosas que
se meten al bolsillo sino las que nacen de la mente y se enraízan en el corazón.

1 comentario:

Lucy dijo...

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