jueves, 4 de julio de 2013

Viaje a la teatralidad: la memoria

Aunque la cuestión surgió con nombre propio en el primer conversatorio del Museo Metropolitano, Facebook en Escena, convocado por Mario Delgado y Cuatrotablas, me ha parecido ver que la discusión sobre la memoria del teatro peruano, así como su necesidad, aparecía en cada encuentro o espectáculo al que asistí. Aunque con más precisión creo que lo que hay es una preocupación por el olvido, especialmente en la manera como cada teatrista es consciente de que su trabajo puede no ser registrado en el presente ni en el futuro, y su experiencia finalmente olvidada. Así, la memoria del teatro peruano se engancha con una preocupación más compleja y actual: el ninguneo, la desaparición de las formas no canónicas, de los periféricos, de los otros, de los pobres, etc. etc.  Es un agudo sentido de que si en el presente ya se es ignorado uno tiene aún menos posibilidades de formar parte de una memoria "oficial", en su sentido histórico. Para mí, el tema de la memoria es la proyección en el tiempo de las dificultades de la sociedad peruana para entenderse como totalidad en el presente.
Desde luego, una tarea de construir una memoria del teatro peruano, una memoria de cualquier cosa en el Perú, requiere andarse con pies de hierro respecto a las constantes de la nacionalidad abigarrada, desencontrada que somos. Si acaso somos. En mi opinión, implicará también discutir cómo y quiénes construyen tal memoria, cómo y por qué se distribuye, bajo qué criterios se entiende teatro, arte, mercado cultural, industria, cultura peruana, teatro peruano. Y desde luego la principal herramienta para echar a andar esta larga discusión seguirá siendo lo que llamaré aquí  la escuela de la suspicacia. Suspicacia de cómo la memoria nos ha sido entregada, de cómo ha sido hecha hasta la actualidad. Suspicacia de los proyectos personales o empresariales, de los ejercicios críticos dentro y fuera del país, de las narrativas seculares que hacen grupos, autores, también. No es invalidar lo que hacemos, es solo poner en tela de juicio, en el mejor sentido de la palabra. Me sigue preocupando que fabriquemos memorias a medida de un solo grupo, un solo crítico, un solo circuito, un solo barrio teatral.
Sinceramente, no veo otra cosa en el futuro inmediato que cuestionar los conceptos y los modos de crear la memoria, de cuestionarla mediante discusión, por supuesto. El foro que propone Cuatrotablas es imprescindible, por cierto. Al menos para concluir perentoriamente que la memoria es solo la fotografía de nuestro campo teatral, pero que como las fotografías satélite, hay que tomarla de nuevo con mucha frecuencia y con mejores instrumentos cada vez. Es una tarea de hacer visible lo invisible, también, una vez más. Esa tarea que nunca se agota.

1 comentario:

Katherine Alexandra Vizcarra Gutiérrez dijo...

Sin duda una memoria histórica del teatro es sumamente importante, su rastreo aunque difícil por sus diferentes formas suele ser complicado, sin embargo es posible, es necesario que se empiece con este trabajo antes de que se siga perdiendo con el tiempo.