sábado, 13 de junio de 2009

Una máscara llamada Berlusconi

Hace poco José Saramago se refirió a Silvio Berlusconi como "esa cosa" que dirige los destinos de los italianos. Y a pesar de lo que se le ha dicho, il Cavaliere parece incombustible (salió casi victorioso de las recientes elecciones del Parlamento Europeo). No estoy de acuerdo con Saramago al llamar simplemente "una cosa" a Berlusconi, por muy indignante que su conducta pública y privada me parezca. Creo que hay que precisar mejor qué tipo de cosa es. Pienso que es más un personaje, en la historia universal de la infamia, por supuesto. Un personaje es un entremado de acciones, de gestos. O, en todo caso, si Berlusconi fuera una cosa, tal vez solo sería una máscara, y lo prueba esta extraordinaria parodia que no sin preocupación hacía de él Dario Fo en los escenarios europeos. Disfruten al mayor juglar de la época moderna, vaticinar a fines de los 90 cómo Berlusconi se convertiría en el monstruo político del presente (con la anuencia de una nación en franco estado comatoso, por supuesto):

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