sábado, 12 de febrero de 2011

Hammacher, Allen , De María

Lo que voy a contar es una anécdota, que terminó de completarse hace unos meses. Empezó en 2003 cuando andábamos en plan de poner en escena A ver, un aplauso!, la frenética pieza que escribiera César De María para el grupo Telba en 1989, en la que un cómico callejero se enfrenta a La Muerte desafiándola a contarle siempre nuevas historias. Una de las actrices de la obra era Brigitte Hammacher, una actriz alemana que andaba afincada en Arequipa, oficialmente trabajando de primera dama (es broma, claro) del colegio Max Uhle de esa ciudad, y extraoficialmente convirtiéndose en un pilar del trabajo de Aviñón, mi grupo, por casi cinco años. Alguna de esas tardes o mañanas, no recuerdo bien, Brigitte se aparece con el rostro extraño diciéndonos, con su lindo español de acento germano, más o menos lo siguiente: "esto que no me lo van a creer, pero esta obra que estamos haciendo es una recreación de una obra del Woody Allen, mi esposo me ha dicho, en serio, aunque él no se recuerda del título".
Los otros tres actores nos miramos y le dijimos al unísono, "fuiirra, eso no es cierto, esta obra es más peruana que la papa, y la escribió De María cuando vivíamos casi asfixiados por Sendero". Claro, yo, que soy muy presumido con eso de saberse datos, títulos, fechas, no recordaba en absoluto relación alguna con W. Allen -aunque diré en mi defensa que la obra no cinematográfica de Allen tampoco es que esté bien difundida en el Perú. Bueno es lo que ahora sé. El caso es que la temporada de 2003 acabó, es un recuerdo muy bacán, de muchas cosas, entre ellas la solicitud con que Brigitte decía todos los carajos y mierdas que adornan el texto de De María, y que si de por sí ya eran muy cómicos, tomaban un aura inigualable gracias al  acento de mi amiga.
Fin del capítulo 1. Capítulo 2, librería Half Price books de Grand Avenue, Saint Paul, Minnesota, noviembre de 2010. Entre los anaqueles de un sótano donde están los libros más baratos, estoy buscando cualquier cosa para llevar. Me he prometido no comprar libros, ante todo porque no quiero dejarlos otra vez abandonados cuando me tenga que volver a mudar. Pero cedo y busco algo para leer. Vicio impune, Platón dixit. Como están por orden alfabético uno de los primeros que encuentro es este: Complete Prose, Woody Allen, Paperback edition. Dos dólares, not so bad. Lo empiezo a disfrutar -Allen es incomparable, su literatura (es una literatura en sí) es extraordinaria, como su cine, lamento no haberlo leído antes. Página 183, aparece ante mí Death Knocks (un video amateur, aquí).  Interesante, está hecha como una pieza breve de teatro. Un tipo recibe la visita de la muerte, en plan cómico, que decide llevárselo pa´l otro lado. La víctima, Nat,  intenta rehuir, discute, hasta que por fin descubre la debilidad de la Muerte por el juego de cartas. Entonces empieza  a retarlo. Si le gana, la Muerte le concederá un nuevo día de vida. Le gana, así, varias veces, haciéndose el tonto (la verdad es que el personaje se me antoja alter ego de Allen con su cara de nerd y el cuerpo esmirriado). Nat no lo parece pero en verdad es un tahúr. Claro, ya para ese rato, siento la misma sensación que tuvo el señor Hammacher después de leer A ver, un aplauso!: hay mucho en el Tripaloca, haciéndose el bobo, en realidad haciéndose el pendejo, ante la muerte, y eso puede parecerse increíblemente a esta historia.

Ahora, claro, uno diría que más que parecerse entre ambas, ambas se parecen a Las Mil y una Noches, ok. Pero me pareció una anécdota simpática. Como sé que mi buen amigo César, quizás el dramaturgo más talentoso de los últimos 30 años en Perú, en mi opinión sincera,  leerá esto pronto, me gustaría ver su cara de asombro. De hecho esta anécdota tampoco se la conté antes.

1 comentario:

Cesar De María dijo...

Lo bueno de la cultura es que todo lo conecta. Ya cuando estrenamos la obra hace tres décadas me hablaron de mil parecidos, que conocí o fui conociendo, con obras en las cuales la muerte o un muerto vuelve para llevarte y le ponen condiciones et cétera. Qué bueno es tener una actriz que lee, o que al menos tiene un marido que lee! Saludos!