domingo, 13 de marzo de 2011

De política otra vez, perdonen la tristeza

Creo que era Cantinflas  el que decía que la política era tan mala, que era capaz de malograr una palabra santa como "madre" para convertirla en "madre política", o sea,  suegra. Y bueno, este año de elecciones en Perú me ha sido complejo hacerme a un lado, como otras veces, y será que uno se hace viejo y lejos, dos veces viejo.
Para no alargar el cuento quiero hablar de una cosa un poco performativa en las elecciones, y me refiero a los acentos (dejos) de los candidatos a la Presidencia, porque estoy muy sorprendido de ellos. ¿Acentos? Sí, sé que todos dicen que los peruanos no tenemos un acento tan claro como el de mexicanos, caribeños o rioplatenses. Pero sí lo tenemos, un poco dulzón en la sierra, un poco chillón en la costa. En mis ratos de frustración ante una campaña tan estúpida, sin programas, sin promesas realizables, con bailes con cuyes gigantes, etc ( en breve, en medio del carnaval), decidí que era  mejor registrar el acento de los candidatos, y llegué a la conclusión de que si todos estos candidatos fueran actores haciendo audición para el papel de Presidente del Perú, sonarían por lo menos bastante falsos. Tal vez no los llamaría nunca para representar, ni  para representarme.
Hace unas semanas, en el "debate" que organizó El Comercio, era claro que de los once candidatos el único que hablaba un español peruano estándar, que no deformaba las palabras al final, que no tenía una sintaxis deplorable, el único que parecía haber ido a un colegio efectivo, era Manuel Rodríguez Cuadros (0,1% de intención de voto, para más detalle). Después de él, nada:  entre el acento de soldadito atiplado de Humala y su desprolija argumentación, el de gringo con cara de cholo de Alejandro Toledo y su disfuerzo histriónico con movidita de peinado incluida, el  de alumno smart/nerd entrenado por Berlitz de Kuczyinski, el acento entre pituquita que no es y japonesa agringada de Keiko, y el de ritmo asincopado de Castañeda (yo me inclino a pensar que Castañeda anda tenso para hablar porque no quiere precisamente dejar salir el acento norteño, tan bacán, que tienen en Chiclayo, por ejemplo). Él, Castañeda, parece además que en lugar de elaborar sus ideas, se las aprende como tips.
Todos estos candidatos extraños me hicieron pensar que si fuera una audición para representar al Presidente de los peruanos, en verdad habría que declararlo desierto.
Por cierto que no hablo de corrección solamente. Hablo de representatividad. Me explico, es muy probable que en el Perú la mayor parte de peruanos tengamos un español andinizado, de sintaxis quechuizada, e incluso que muchos por razones socioculturales largamente explicables, no dominemos el castellano lo suficiente. Pero el caso es que ninguno de estos candidatos tampoco representaba a la inmensa cantidad de peruanos en ese sentido. Quiero decir, ninguno de ellos hablaba con los posibles acentos que deja la influencia del quechua, o la mala educación intercultural de mi país. Tampoco.  En este circo, como en los circos de antes, los payasos principales tienen acento de otros países, o acento de payasos nomás.
No hubo consuelo cuando recordé que entre las candidatas (porque lo son) a Primera Dama o primer caballero o lo que sea, tenemos:
una señora de origen belga y ciudadanía americana que ya nos ha hecho conocer su lindo acento mientras nos insultaba con frecuencia;
un ex pesista italo norteamericano que trabaja para la IBM aunque no aparece en las listas y sospecho ni siquiera habla español;
una señora tan pero tan gringa que dijo el otro día que Iquitos es como la India (como Colón, se confundió, comentó graciosamente Silvio Rendón en su FB);
una señora que nunca ha dicho una palabra, peor que el marido;
y, no me digan, resulta que ahora la única que queda es Nadine Heredia la astuta esposa del Capitán Humala, que para qué, sí sería una peruana promedio en el habla.  Pero solo en el habla.

1 comentario:

Lucy dijo...

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