domingo, 22 de mayo de 2011

Robert Frost opina sobre el tema también

Con esa ansiedad de ubicuidad enfermiza que suele atacarme, en que escribo y leo creyendo muy de veras que aún estoy en Arequipa -me equivoco todo el tiempo- y que luego me obliga a restregarme los ojos cuando salgo al calor asfixiante del verano continental de Minnesota, a los highways, a las desoladas calles con casitas todas iguales en la ciudad más extrema del Midwest.
Hoy anduve otra vez con esa sensación de tener cuerpo y alma pegados con engrudo. Mientras mis tres chicas se iban a ver chucherías en Michaels, opto por meterme a la librería Barnes&Noble, en realidad para buscarme un café helado. Mientras espero a la chica que me lo prepara, me jala algo, entre los anaqueles. Cruzo a ver entre las ediciones baratas y al segundo un libro, Collected Poems by Robert Frost, me elige. He leído a Frost más en español, y más en el Perú. En general, es una paradoja (una parajoda,  como dice Mi mejor amiga): leía mucha más literatura estadounidense mientras vivía en Arequipa. Pero heme allí esperando el café reconociendo las líneas en inglés a través de mi recuerdo en español,  como si una voz me las tradujera mezclando dos voces como en los documentales torrejas.
Me quiero convencer: es bueno salirse de la locura, de la ansiedad de las elecciones peruanas, y las diatribas televisivas, y los desafíos bien machos en el Facebook, y los blogs donde se discute a oscuras unos con chaira y otros con nada en la mano, o de las conversaciones telefónicas con  familiares que últimamente se calientan demasiado. Mejor que todo eso es leer a Frost. De pronto me doy cuenta que hace rato estoy releyendo como si fuera un disco rayado, The Road not Taken. Leer poesía para mí es como comer algodón de azúcar: siempre se me pegotea, abro la boca y no atrapo nada, suele empalagarme, hacerme daño incluso, pero me gusta. Releo hacia arriba y hacia abajo mi algodón. Al final me voy pensando en que el poema de Frost no me ha sacado del Perú: creo que me ha metido peor, como siempre. Peor porque lo hace con una fuerza sorpresiva. Bueno aquí los dejo con el texto. No tienen por qué ver lo mismo que yo, por exceso de cafeína, esta tarde vi en él.


El camino no elegido
Robert Frost
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;

Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.

Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.

Alto en el bosque en una noche de invierno

Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.

Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el halado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.

Las campanillas del arnés sacude
como si presintiera que ocurre algo…
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.

¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.

Versión de Agustí Bartra

1 comentario:

Kung Fusa dijo...

"Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia."

Pues parece muy conveniente para expresar algo de lo que vivimos los peruanos. Lo bueno de la poesía es que es escapismo del bueno, de ese que te deveulve renovado a los desafíos y cuestiones que dejaste de lado para navegar por esas líneas. Ojalá los peruanos elijamos el camino menos transitado, que con incertidumbres y todo es el que nos puede hacer aprender algo nuevo en lo que a democracia y convivencia política se refiere. Después nos la vemos con Humala, si se sale de la raya, pero mejor él que el indigno olvido y la mezquina conveniencia personal.