jueves, 3 de enero de 2013

Ciudades teatrales, 1

Teatro hay en toda ciudad grande, me dijo una gran amiga escritora. Eso es cierto, en todas las poblaciones que merecen vagamente el nombre de ciudades hay algún tipo de actividad teatral. Incluso en esta donde vivo, Sioux City, 80 mil habitantes, en medio de la nada, llegan con frecuencia obras, aparece algún grupo independiente local.
Pero la pregunta es si hay ciudades que son prioritariamente devotas del teatro, o ciudades para las que el teatro es una columna vertebral, un signo comunitario, un hecho central. Cuando escribo esto pienso mucho en  dos ciudades teatrales (en parte porque son las que conozco mejor, por supuesto): Minneapolis y Buenos Aires. Lo que tienen en común son varias cosas, pero prioritariamente dos: gran cantidad de producción teatral local y, por lo demás, una diseminación pública de esa imagen. No es que en esas ciudades el teatro deje de ser un espectáculo de público reducido (comparado con el cine o la televisión), para nada. Pero en esas ciudades hasta la gente que rara vez va al teatro habla de él. O ha escuchado con regularidad que el teatro de su ciudad es, digamos, destacable.
En Minneapolis/St. Paul, el frío y el teatro son los temas favoritos de una conversación casual. Los minnesotanos sienten un orgullo curioso por su teatro, alguien les ha dicho que son la ciudad con más teatros per capita, incluso más que NYC. Casi todo el mundo ha oído hablar al menos, del Guthrie, ese gigante edificio que se emplaza literalmente encima del Mississippi con un diseño de aeropuerto espacial.
En Buenos Aires por supuesto el fútbol es el teatro auténticamente masivo, y los verdaderos divos son sus futbolistas. Pero impresiona el exceso, la abundancia de oferta teatral, la hacinada Avenida Corrientes, la fiesta pública de ir al teatro, comer algo, charlar en las calles, meterse a una librería de rato en rato. Todo junto hace el rito teatral porteño. Y también los bonaerenses que no van al teatro al menos mencionan de oídas algo, el Cervantes, algún espectáculo que suena. Y muestran algo que parece orgullo.
Pero insisto en que lo que hace  verdaderamente teatral, desde mi punto de vista, a una ciudad es la abundancia de producción local. De producción nacional, de autores regionales, de teatros que hacen cosas que no se ven en otros sitios. Teatros que hacen distinta la ciudad, y ciudades que hacen distinto su teatro. Una ciudad teatral nunca podrá ser una de verdad en tanto viva de "poner" simplemente lo que hacen en cualquier otro lugar o urbe medianamente grande, de recibir de gira algo de Broadway o de solo intentar hacerlo con talento local. Una ciudad teatral tiene confianza en su identidad, innova, confía en su diferencia, eso sí que me queda claro.
No creo que haya razones especiales para lograr eso, al menos no se me ocurren ahora. Ni el tamaño de la ciudad, ni su riqueza. Diría que es casi una casualidad, algo que se ha construido porque sí. A eso también se le llama tradición: algo que repetimos sin razones aparentes hasta que andando el tiempo ese algo empieza a definirnos.