lunes, 28 de enero de 2013

¿La crítica de teatro en el Perú anda en crisis?



Le preguntan a Sergio Velarde, actor, crítico, divulgador teatral, si acaso la crítica teatral  peruana está en crisis. Sergio responde, a mi modo de ver, como a tientas: "quiero pensar que no". Y en seguida echa de menos en una frase las críticas en diarios que publicaban gente como Luis Paredes o Santiago Soberón.
Debo decir, materia importante, que la entrevista se la hacen a propósito de la publicación de un libro de sus propias críticas que Sergio ha recogido, principalmente a partir de su muy visitado blog, El Oficio crítico.
Suscribo todo lo dicho por Velarde, por supuesto.
Lo que vemos en el Perú ahora es la ausencia de ese espacio permanente, de esas personas apasionadas, que hicieron de la crítica un ejercicio de cuestionamiento y enriquecimiento, para público y prácticos del teatro. Por supuesto me refiero especialmente al trabajo de Alfonso La Torre y Hugo Salazar Del Alcázar, a fines del siglo XX,  además de Sara Joffré en su tiempo en El Comercio, así como los ya mencionados por Sergio y varios otros más. También, aunque en un registro muy suyo, muy de colega-crítico, pienso en el trabajo que hizo Alonso Alegría en Perú21 por varios años, recientemente. Pero no creo que el interés por hacer crítica teatral se haya evaporado: sigue allí, con mucha claridad, en otros espacios, en los blogs como El Oficio, Crítica Teatral Sanmarquina o en las discusiones alojadas en encuentros, festivales y muestras. Supongo que también anda por ahí en el tono de algunos post en el  mismo Facebook, en donde a veces algunos se lanzan a escribir lo que piensan de una puesta. O en algunas intervenciones ocasionales, pero igual dignas de tomar en cuenta, como este texto de Jeremías Gamboa sobre A ver, un aplauso!
Son los diarios los que han cambiado, y la institución del "crítico de diario" la que ha entrado en desuso. Todo eso por supuesto por razones extrañas al teatro mismo. Hubo un momento en que todo periódico que se modernizaba echaba al tacho las secciones de cultura, y se ahorraba la paga a quienes la escribían, por supuesto. De allí en adelante no hemos tenido la fortuna de que se recupere permanentemente tal espacio, o que se genere uno nuevo que reúna lo que se escribe ahora.

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