jueves, 31 de enero de 2013

Ciudades teatrales, 2



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7 pm, en un atolladero de tráfico en el downtown de minneapolis, un sábado de enero con un frío que no se cree (ajá, 23 grados bajo cero). hemos manejado cinco horas hasta aquí, cruzando la pradera  del medioeste y conversando sobre la familia ingalls, puno, arguedas, lewis&clark, indistintamente, mezclando y chacoteando sobre todos los temas. de modo que al llegar a la gran urbe lo primero que hacemos es recordar -un poco agotados- por qué aprendimos a querer a este lugar tan impensable del mundo que es minnesota: es por el frío, es por la gente medio-rara-medio-loca pero nice, es por la U increíble que tienen. pero sobre todo es por el teatro de minnesota. el lugar donde la gente se enorgullece de su teatro, la cosa más rara que he visto.
pero no solo es orgullo.

- yo creo que a estos ya les falla algo en el cerebro, pienso

 y aquí viene la anécdota de nuevo: son las 7 pm y no salgo del tráfico en south second street, octava cuadra. todo el downtown es una desgracia, por grandes eventos, claro está. pero en esta parte el atolladero es solo culpa del teatro. y del frío. y de la actitud tan nice de los minnesotanos. todo junto. pero el origen es el teatro: hay una fila interminable de autos que espera pacientemente a una mancha interminable de   gentes apuradas-congeladas que cruzan a pie desde los aparcaderos para alcanzar alguna de las funciones que empiezan en el Guthrie Theater.

una muchedumbre interminable de espectadores que atora el tráfico varias cuadras a la redonda. en el día más frío de la temporada.


de los taxis bajan otros tantos intrépidos que deciden correr por dos, tres cuadras, hasta el teatro. (hay que estar loco, 23 bajo cero,  con una sensación de frío de -35 y la brisa del Mississippi de yapa).

y los espectadores sigue llegando, y los autos los dejan cruzar, porque el peatón siempre tiene preferencia, y las tres salas reciben trescientos, quinientos, no sé, tal vez en total unos mil quinientos espectadores por función. pero al edificio del guthrie también va gente solo a tomar café, o a observar valientes la noche más helada desde el mirador de vidrios amarillos instalado en el sétimo piso. y también están los que ya vieron las funciones anteriores y se quedan merodeando. de manera que quizás hay otras mil personas solo dando vueltas por el edificio, en los restaurantes, como si fuera un mall... pero en las vitrinas no hay perfumes, hay vestuarios o afiches o fotos de puestas, y en lugar de fotos gigantes de celebridades vendiendo algo para adelgazar, están esos retratos inmensos de chejov, de williams, de o´neill...

-algo ya no anda bien en estas cabezas, pienso mientras busco dónde aparcar.




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