miércoles, 9 de enero de 2008

Vitaminas, cultura e industria



En Peru21, nuestro dramaturgo César De María (ver artículo) propone reconsiderar las actividades culturales como importantes agentes de desarrollo económico. Para De María, el concierto de Soda Stereo que llevó a 90 mil espectadores, sería un claro ejemplo de dinamización económica por medio de la cultura, e iniciativas como la FITECA de Comas también traen aparejado un aumento comercial importante para la zona. Por esta razón, debemos hacer un esfuerzo por diversificar la cultura (el teatro en especial) y hacerla llegar a todas partes pues, además, es un motor económico.

No es mi interés exactamente discutir esta opinión, porque siento que en general la visión de la difusión del teatro que tengo es muy parecida a la que creo reconocer en De María. Además admiro sin restricciones su trabajo dramatúrgico y, aunque muy a mi pesar solo he podido poner en escena una de sus obras, considero que él es el autor de su generación más consistente y mejor dotado a la hora de cuestionar las situaciones históricas y sociales en nuestro país.

Lo que quiero por el contrario es preguntarme en voz alta, cuestionarme a mí mismo, y además consultarles a todos y en especial a alguien tan lúcido como César, si cuando comparamos un concierto de Soda Estereo con, por ejemplo, la Fiesta Internacional de Calles Abiertas (FITECA, ver web) y muchos otros encuentros populares (Tomás Temoche ha hecho una buena lista aclaratoria que pueden ver en Peruteatro), estamos realmente ante dos artefactos culturales análogos, ante dos proyectos de intervención social y política similares, ante dos organizaciones con objetivos económicos comparables. ¿Son simplemente dos tipos de empresa equivalentes? O mejor, más claro, ¿tienen el mismo afán de lucro?

Mientras por un lado los responsables del mercadeo en un gran concierto tienen capitales económicos enormes, por el otro grupos comunitarios de vecinos unen su inmenso capital cultural (pero no económico) para traer teatro gratis a su comunidad. Y eso puede hacerse solo porque, como en varios otros encuentros, hay una base cultural que prescinde del sistema capitalista de intercambio por medio de dinero para reportar a formas de encuentro social que se tragan la visión occidental del teatro como diversión, y lo acogen en el seno de la fiesta ancestral, mutable pero en esencia similar. ¿No es esa visión “otra” de la cultura la que realmente es original y por tanto la que hay que mantener? Sin duda, el reto está puesto: cómo ser efectivos en un mundo de competencia económica sin perder lo que nos hace especiales.

Me pregunto todas estas cosas, porque varias de nuestras grandes creaciones culturales son, por definición, cuestionadoras de esa modernidad que asume el mercado como natural y necesario, donde se vende la nueva utopía de que los grandes capitales –las industrias- ayudarán a las grandes mayorías. Al contrario, varias culturas extraordinariamente originales como la peruana, han puesto límites y adaptaciones durante siglos a esa visión universalista del mercado y el dinero.

¿No será más bien que estas culturas no necesitan vitaminas, y la que sí las necesita es una visión de la cultura que ha enfermado de interés y mercantilismo?

¿No será más bien que las industrias culturales no producen beneficios reales para la cultura de los pueblos, y por el contrario se apropian, empaquetan, hacen merchandising con ella con objetivos de lucro?

Como diría un colega de César: that is the question.

**Foto del mural realizado en la última Fiteca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Son los signos de los tiempos: para bien o para mal, el arte es un artículo del mercado. Hasta existe, en algunas universidades, la carrera de "gestión cultural". Admito que no sé de qué lado ponerme.
Estoy de acuerdo con César de María en su análisis de lo beneficioso de un teatro como La Plaza en Larcomar, pero me queda un prurito con el hecho de que la obra de arte se convierta en mero "producto" o "texto" o "gran evento" ("yo estuve ahí").
Alguna vez leí que las exposiciones de artes plásticas ya no eran obra del artista sino del curador (gestión cultural), del que selecciona piezas, diseña el espacio, escoge el local, promociona, difunde, etc. Él es quien "empaqueta" el producto y lo presenta al público, sí, con fines de lucro, sea en Larco o en la Túpac Amaru.
To be (postmodern) or not to be: May I be both?
Carlos, ¿recibiste el artículo que te mandé?

Carlos Vargas Salgado dijo...

Hola! Cierto, es el tono de este tiempo. la cuestión es saber quiénes tomarán control de las iniciativas culturales, si ello no hará perder la fuerza de un proyecto comunal, etc. etc.
gracias por tus ideas. Ya recibí tu trabajo y lo estoy leyendo, te comento. Te respondí al correo desde el que me escribiste, ¿llegó?
Saludos cordiales

Anónimo dijo...

Carlos:
Nunca llegó tu mail de respuesta.
¿Puedes reenviarlo, por favor?
A.