miércoles, 25 de febrero de 2009

Cuando la serpiente se muerde la cola

Estos días estoy presentando una obra que dirigí para el Political Theatre Festival de Minneapolis, que organiza Teatro del Pueblo en el Teatro Intermedia Arts . Aunque no es la primera obra que hago en Minnesota, sino creo la quinta, eso es poco comparado con lo que uno podría hacer sin prohibiciones de Visas y esos cuentos. Pero el caso es que se trata de QEPD, traducida al inglés como RIP, una pequeña sátira social del ecuatoriano José Martínez Queirolo, (recientemente fallecido en octubre de 2008) y es muy especial para mí: fue de hecho la primera obrita en la que hice lo que más tarde descubrí se llamaba dirigir. Entonces 18 años después, exactamente cuando tengo el doble de la edad que tenía, vuelvo a la obra, y me sigue pareciendo simple, directa, mordaz a pesar de los idiomas y las diferencias culturales. Sin embargo lo paradójico es ver cómo se mueve todo lo demás: la audiencia, que ríe de cosas diferentes, o tiene un temor reverencial a la muerte, o los actores que difícilmente descubren, por ejemplo, las inflexiones de referencias al sistema de castas que todavía rige el subconsciente latinoamericano. Una experiencia singular, es como volver a verme, a través de su lenguaje, también, comprobar cómo ahora río de otras cosas, y cómo las que me parecían naturales antes ahora me suenan insoportables.
Bueno, los dejo con las líneas que escribí para el programa de mano, y que espero los organizadores no hayan traducido al inglés con el Google Translator!

RIP no es un show sobre la muerte, aunque todo parezca indicarlo. Es cierto que Simón y Enriqueta, los dos personajes, aparecen en su lecho de muerte, pero su desaparición es más simbólica que física, más la expresión de un deseo que una realidad: ellos, Simón y Enriqueta, simbolizan una clase social, una manera de ver el mundo, que simplemente debería desaparecer. Ellos son antipáticos, despreciativos, racistas y clasistas, y expresan un modo de ser que, ojalá, esté empezando a perder presencia en el mundo.

Escrita en Ecuador en la década del 60 por el gran dramaturgo José Martínez Queirolo (1931-2008), RIP es tal vez una de las piezas breves más representadas en América Latina. La razón de esto es simple: América Latina soporta una larga y triste experiencia de desigualdad en que los ricos, generalmente blancos, han concentrado todas las oportunidades, las ventajas y los beneficios de la modernidad, y han dejado a la inmensa mayoría fuera de su mundo. Es una experiencia que tiene casi cinco siglos de existencia.

De esta manera este par de muertos habladores y desenfadados, que no se dan cuenta de nada de lo que les ha sucedido (¡han muerto!!) tampoco tuvieron consciencia del resto del mundo cuando estuvieron vivos. Ellos, los dueños de la Ruibarbo Oil Company no tenían en mente más que sus intereses, y ahora ante la muerte se comportan sin haber aprendido probablemente nada nuevo sobre la vida.

Esta pieza está pensada como un vodevil absurdista, como una sátira que prefiere incitar a la risa antes que a la cólera. Pero no nos engañemos; detrás de la risa fácil hay una feroz crítica social, solo que hecha de la única manera en que los poderosos pueden soportarla: como diversión. Después de todo, la risa también es una forma de crítica, y quizás la más sana forma de manifestar nuestra disconformidad, nuestra más sana protesta contra un mundo bastante mal hecho. Reír es también comprometerse.

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