domingo, 1 de febrero de 2009

Los problemas del Fondo Iberescena

El Fondo Iberescena ha sido materia de controversia en las últimas semanas en el Perú. O mejor es decir, que la más reciente designación de ganadores se ha visto discutida por personas no poco atendibles, de manera abierta, y por muchos teatristas, de esa manera tan nacional, o sea sotto voce.
Pero vamos por partes. Iberescena es un proyecto aprobado por ocho países que financian el programa: Argentina, Colombia, Chile, España, México, Perú, República Dominicana y Venezuela, cuyos gobiernos entregan dinero para innovadores proyectos de creación, difusión o formación de artistas performativos (teatro y danza). El Fondo se entrega en cada país, y cada gobierno nombra el ente encargado de administrarlo.
En el caso del Perú, Iberescena ha estado a cargo de funcionarios del Instituto Nacional de Cultura. Supongo que en este punto de mi crónica, los que somos peruanos ya hemos empezado con la suspicacia. Porque si hay una entidad desprestigiada enormemente en el gobierno aprista que dirige Perú en estos aciagos días, es el INC. Se le ha visto como entidad, hacer papelones nacionales e internacionales (como el del reclamo de piezas arqueológicas inexistentes ante Yale University, o la censura a la exposición de Piero Quijano), y se ha hecho varias y documentadas denuncias sobre los manejos ideologizados de la cultura que su directora, Cecilia Bákula, asociada al Opus Dei, ha venido realizando. El asunto ha tenido visos de escándalo, como pueden seguir aquí, y aquí. A tal punto que cuando el gobierno se animó a proponer la necesidad de crear un Ministerio de Cultura en el Perú, paradójicamente mucha gente vinculada a la cultura puso el grito al cielo, porque nadie quiere más burocracia, especialmente de ese tipo, para censar la cultura de un país tan complejo como el nuestro. Y ese desgano de los artistas sonó como música para los oídos de los tacaños del Ministerio de Economía y Finanzas, mientras la plata se quede en la caja mejor, pensaron. Claro, a ver ahora cómo la pierden con la crisis.
Bueno, el punto al que llego es que este fondo paraestatal llamado Iberescena en su más reciente edición fue puesto en entredicho. Todo empezó sotto voce, como siempre, como somos de virreinales en Lima y alrededores, ya saben. La razón del ruido se explica fácil: entre los ganadores (aquí vean todos) aparecía la Cuarta Muestra Internacional de Lima patrocinada desde hace varios años por el Instituto Cultural Peruano Norteamericano de Lima. Fue primero el crítico Luis Paredes quien ilustró el intríngulis de este modo: uno de los miembros del Jurado que entregó los premios Iberescena de este año, fue precisamente Fernando Torres, director de Cultura del ICPNA, y principal gestor de la Muestra Internacional de Lima, y además el ICPNA es una institución casi millonaria que no necesita de los 27 mil dólares que le fueron atribuidos. Otro comentario abierto vino de parte del dramaturgo Juan Rivera Saavedra, quien en pocas palabras propuso a Torres que desmintiera inmediatamente las habladurías, cosa que hasta dónde sé no ha sucedido.
Ahora bien, todas estas comunicaciones las tengo a través de la lista de interés Peruteatro, y que yo sepa aún no han trascendido, como dicen los periodistas huachafines, a los medios masivos. O sea que a nivel macro, aún son sotto voce también. Por eso las he puesto a disposición, aquí y aquí.
Por mi parte, he querido dejar pasar tiempo en este asunto, aunque lo conozco desde fines de 2008. ¿La razón? Quería verificar, y a 6000 km de distancia eso es muy difícil. Y en el país de la suspicacia, siempre estos premios y fondos son controversiales o discutidos, porque a nadie le gusta perder, y menos ver ganar a otros. Por ejemplo, ya el año anterior surgió el cuestionamiento de que curiosamente padres e hijo de una misma familia recibieron dos premios Iberescena (bueno, tal vez fue una confabulación de la genética y la probabilística).
Pero lo que tengo hasta aquí, para este año, respecto a la intervención de Fernando Torres en Iberescena son varios comentarios privados de amigos, gestores, profesores, teatristas, casi todos en el mismo sentido: la premiación al Festival del ICPNA huele muy, muy raro. Por otro lado, ni Rivera Saavedra ni Luis Paredes son personas que anden armando escándalos ni mucho menos, así es que mi impresión del caso se inclina bastante hacia la de ellos.
¿Qué hacer? Pues escribo esto para pedir a alguien de buena voluntad, y buena voz, que exija (es nuestro derecho, es nuestro dinero, es público, señores) al INC una declaración divulgando los nombres de los jurados (a propósito, el año pasado la web de Iberescena los publicó, este año no lo hace aún). O sea, expreso en mi lejana voz, que ojalá estas cosas estén meridianamente claras en breve, y que la corrupción, esa hermana siamesa de la política, se mantenga bien alejada de los predios escénicos de mi país.
Sí, ya sé que es casi una utopía, pero es lo que quisiera: que no haya garcías, ni leones ni faenones en el magro reparto de dinero del teatro peruano. Y que no haya sotto voce, por favor, que en este caso sería el verdadero escándalo: que nadie más se anime a pronunciarse para ver si el año siguiente el gran bonetón les cae a ellos. Espero que no.

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