lunes, 17 de diciembre de 2007

El Chivo y la teoría de la recepción


Con cierta curiosidad leí en la prensa de este domingo dos notas sobre la puesta de La Fiesta del Chivo en el Teatro Británico. Digo curiosidad, pues la primera es una contundente y breve sentencia de muerte a la obra, por parte de Alonso Alegría en su sección de Palmas y Palos de Peru21 : "una adaptación elemental y una dirección ingenua y exhibicionista desactivan el interés que tiene la gran novela de Vargas Llosa. Perdible". Mientras que la otra aparece en el diario-patriarca de la misma empresa, El Comercio, y es una extensa nota en la que se da cuenta de un Vargas Llosa entusiasmado precisamente por la naturaleza de esa adaptación ( y la excelente actuación de Alberto Ísola), después de haber asistido a la presentación.
Para completar la historia, recordemos que Alegría había deshecho la puesta ya en un comentario de Octubre (que pueden ver aquí), más o menos atacando como débiles los mismos puntos que ahora el autor de la novela original destaca como interesantes: la singular lectura que había hecho el director colombiano Jorge Alí Triana, y su relación cercana con el espíritu original de la novela. (Por cierto que Alegría pone en tela de juicio la calidad del director y la importancia de su experiencia en los EEUU, y allí creo que es mejor echar una mirada a la página de El Repertorio Español de NYC, para que cada uno juzgue por su cuenta el tipo de trabajo que Alí Triana realiza)
Hasta aquí el caso se puede terminar apelando al fácil cliché de que "en gustos y colores...". Pero me interesa mencionarlo como caso modelo de cómo la supuesta objetividad de las apreciaciones no es tal, sino más bien un juego dinámico de intereses, expectativas y deseos realizados o truncos. Porque, por ejemplo, podríamos inicialmente preguntarnos si acaso el autor de la novela adaptada tiene más derecho a encontrar fidedigna una versión que un crítico, aunque éste sea un ultraespecializado, como en este caso, en dramaturgia. De igual modo, podríamos preguntarnos si acaso el Vargas Llosa dramaturgo tiene la solvencia técnica para reconocer cuándo un texto es realmente poderoso en escena, visto que a varias de sus obras dramáticas parece precisamente faltarles ese elemento.

Fuera de esto queda el reclamo de Alegría respecto al tono inadecuado para tratar el tema de la dictadura, en la adaptación de Triana, y su censura a la mala representación de Trujillo como "un dictador de opereta, cubierto de entorchados, coronado por plumífero sombrero de tres picos, gesticulando y engolándose en la forma más tiránicamente predecible. ¿Cómo se vestía Hitler, por el amor de Dios?". (Bueno, digo yo, Hitler fue entrenado por un actor como seguramente saben, pero ese no es el cuento). En su esquina Vargas Llosa repara: "la verdad es que estoy muy entusiasmado con esta versión en la que se destaca el elemento de farsa, el elemento de exageración, de circo". Interesante oposición, ¿no?
En fin, que la cosa puede ser largamente debatible.
Por mi parte, perdonen mi huachafería, creo que una inserción muy breve en la llamada teoría de la recepción sería de ayuda. O sea, tratar de comprender los horizontes de expectativas de todos, escritores, adaptadores, público que recibe. Comprender los móviles, y a la vez cuán dinámica es la percepción de una obra, debido a la movilidad natural que tiene el sentido en función de la perspectiva desde donde se lee, o se aprecia, la obra.
No es pues la misma cosa vivir la dictadura que escribir sobre ella. A los Dominicanos no les hizo mucha gracia la versión tan ajena que Vargas Llosa hizo de su historia, ni los estereotipos que usó sobre el Caribe. De la misma manera que no es lo mismo vivir la dictadura de Odría, siendo un chiquillo como en el caso de Vargas Llosa (y de Alegría por cierto), que atacar desde el extranjero una dictadura como la de Fujimori que empezó después de unas elecciones que curiosamente Vargas Llosa, el político, no pudo ganar. Mientras Vargas Llosa vivía en el extranjero su trinchera dorada, muchos otros peruanos, Alegría entre ellos, estaban de pies y manos en una realidad en que moverse hacia un lado o hacia el otro era entendido como postura ideológica, y donde hablar de dictadura resultaba en su momento al menos arriesgado. Por supuesto hoy no, hoy ya todos los que fueron y los que no, pueden rasgarse bien fuerte las vestiduras y decir muera toda forma de dictadura.
Y por supuesto tampoco es la misma cosa estar en NYC revisitando los estereotipos que los gringos machacan sobre la "tendencia dictatorial de los latinoamericanos", desde un teatro "étnico", y luego venir a contarle a una audiencia distinta sobre la apariencia clownesca del dictador. No necesitan hacerlo porque estas mañanas el performer estrella de la payasada criminal, Fujimori, se presenta en señal casi abierta y no hay que pagar 30 soles en el Británico .
Ahora bien, imagino que a Vargas Llosa le puede seguir interesando que se compren sus novelas en las cientos (¿o miles?) de universidades que enseñan español en la unión americana, entonces no importa si la versión que las publicita lo traiciona un poco.
De la misma manera que a los teatristas peruanos nos debe quedar la duda de si el TLC económico ha empezado ya a traer aparejado un TLC teatral que permita que los grandes capitales teatrales lleguen, vendan, y se vayan, y de paso desnuden la realidad de que nuestras grandes producciones nacionales están, en cuanto a cantidad de dinero, dinero solo hablo de dinero, al nivel de los teatros "non-profit" medianos de una ciudad teatral monstruosamente más grande y desarrollada que Lima.
En fin que la cosa da para mucho.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Carlos.
Muy bien por tu blog. Ojalá mantenga continuidad y "pegue" entre la gente de teatro. Se necesitaba algo así.
En cuanto al post, creo que no hay que hacer mucho caso de lo que dice Alegría en general. Está demasiado contaminado con envidias, revachas, amigismos, sobonerías (a Chela de Ferrari se le tira al piso) como para tener lucidez necesaria. Me da mucha pena.
En mi opinión la Fiesta del Chivo de Triana es "otra cosa" respecto de la de Vargas Llosa. Y no se puede decir que es una buena o mala adaptación: en todo caso, es una buena o mala obra.
Felicitaciones nuevamente.

Anónimo dijo...

hola carlos soy Ricardo Del Rio soy actor pero ahora radico en new york,anteriormente deje un comentario con el seudonimo de capalote,es muy bueno que la gente de teatro deje sus comentarios,creo que nadie es dueno de la verdad hasta el mejor critico del mundo en ocaciones podria fallar en su critica, pero hay algo muy cierto, todos nos veneficiaremos con esto. gracias por crear este blog, y bueno tratare de ir a ver la fiesta del chivo aqui en new york para tener un comentario mucho mejor que dejar.un abrazo a la distancia y gracias nuevamente.

Carlos Vargas Salgado dijo...

Hola! Cierto que cada crítico o comentarista es responsable por sus opiniones, por lo que es interesante también sacarle la vuelta al que comenta. Muchas veces somos los productores teatrales los que les otorgamos a los comentaristas mayor peso real del que tienen.
Ricardo, gusto de conocer de ti. Cuéntanos cuando veas lo del Repertorio!! gracias por sus comentarios